
21 de julio de 2025 a las 09:20
Arte y revolución: memorias esculpidas
La decisión de retirar las esculturas de Fidel Castro y Ernesto "Che" Guevara de la colonia Tabacalera ha desatado una polémica que trasciende el simple acto administrativo. Se argumenta que su presencia es una afrenta a la memoria histórica debido a la violencia asociada a la Revolución Cubana. Sin embargo, esta justificación se desmorona al analizar la historia con rigor. La Revolución Cubana, si bien no estuvo exenta de conflicto, se distingue por ser uno de los movimientos armados con menor costo en vidas humanas en comparación con otros procesos similares en Latinoamérica y el mundo.
Aplicar este criterio de forma indiscriminada abriría la puerta a una purga histórica sin precedentes en la Ciudad de México, despojándola de una parte significativa de su patrimonio artístico y cultural. Imaginemos un escenario donde la lógica del derramamiento de sangre se aplique a otras figuras históricas. ¿Qué sería de la estatua de Ho-Chi-Minh, el líder vietnamita que resistió la intervención estadounidense, ubicada en la calle 20 de Noviembre? ¿Deberíamos retirar también los monumentos a Simón Bolívar y José de San Martín, próceres de la independencia sudamericana, cuyas gestas estuvieron marcadas por la guerra? ¿Y qué decir de José Martí, el héroe cubano que murió luchando por la libertad de su país?
Incluso figuras como Giuseppe Garibaldi, el artífice de la unificación italiana, o Miguel Hidalgo y Costilla, el padre de la Independencia de México, no estarían a salvo de esta lógica reduccionista. Ambos lideraron movimientos armados que inevitablemente conllevaron derramamiento de sangre. Si seguimos esta línea de pensamiento, tendríamos que desmantelar el monumento a José María Morelos y Pavón, estratega militar de la Independencia, e incluso el Hemiciclo a Benito Juárez, quien encabezó la guerra contra la intervención francesa y ordenó el fusilamiento de Maximiliano de Habsburgo. ¿Deberíamos también borrar del paisaje urbano la figura del General Pancho Villa, líder de la División del Norte durante la Revolución Mexicana?
La lista podría ser interminable, un catálogo de héroes y figuras históricas cuyas acciones, vistas desde una perspectiva simplista y descontextualizada, podrían ser consideradas violentas. Este tipo de revisionismo histórico no solo es peligroso, sino que empobrece nuestra comprensión del pasado. Las figuras históricas deben ser analizadas en su contexto, considerando las complejidades de su época y las circunstancias que las rodearon.
La solución a esta controversia no radica en la censura y la eliminación de monumentos, sino en el diálogo y la contextualización histórica. Quizá la clave esté en la reubicación estratégica de las esculturas de Fidel y el Che. Trasladarlas a una avenida principal, como la México-Tenochtitlan, bajo la jurisdicción del gobierno de la Ciudad de México, podría ser una alternativa viable. Esto no solo permitiría preservar el patrimonio cultural, sino que también abriría la posibilidad de generar un debate público informado sobre la historia y el legado de estos personajes. Es a través del conocimiento y la reflexión crítica que podemos construir una sociedad más justa y democrática, no a través de la supresión de la memoria histórica.
Fuente: El Heraldo de México