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21 de julio de 2025 a las 12:40

Alerta: IA consume mucha agua y energía

La inteligencia artificial (IA) está revolucionando nuestras vidas, desde la creación de imágenes sorprendentes hasta la generación de textos complejos en segundos. Sin embargo, este avance tecnológico viene con un costo oculto: una creciente sed de agua y energía. Mientras disfrutamos de la comodidad de estas herramientas, gigantescos centros de datos, el corazón palpitante de la IA, consumen cantidades ingentes de recursos, planteando un desafío crucial para la sostenibilidad del planeta.

Imaginen la siguiente escena: millones de personas alrededor del mundo interactuando con ChatGPT, solicitando respuestas, generando imágenes, creando mundos virtuales. Cada interacción, cada consulta, por pequeña que parezca, desencadena una cascada de procesos en la nube, activando servidores que demandan energía y refrigeración constante. Es como una orquesta invisible, donde cada nota musical, cada palabra generada, consume una gota de agua, una chispa de energía.

Ana Valdivia, experta en IA del Instituto de Internet de Oxford, nos alerta sobre esta realidad. La proliferación de centros de datos, impulsada por la creciente demanda de servicios de IA, está transformando el paisaje tecnológico global. México, con su ubicación estratégica y costos competitivos, se ha convertido en un imán para estas infraestructuras, atrayendo inversiones millonarias y generando nuevos empleos. Pero, ¿a qué precio? La experta señala que estos centros "extraen agua potable para sus negocios económicos," un recurso vital en un país que enfrenta importantes desafíos hídricos.

La magnitud del problema se vuelve aún más evidente al analizar las cifras. Generar un simple texto de 100 palabras en ChatGPT, algo que hacemos con un par de clics, consume en promedio medio litro de agua. Si extrapolamos este consumo a una escala masiva, el impacto es abrumador. Imaginen el consumo de agua si tan solo el 10% de la población activa de Estados Unidos utilizara ChatGPT semanalmente. Hablamos de millones de litros de agua, suficientes para abastecer a ciudades enteras.

Y no se trata solo del agua utilizada para la refrigeración de los servidores. La fabricación de los chips, el cerebro de estas máquinas, también consume grandes cantidades de agua en sus diferentes etapas de producción. Desde la extracción de las materias primas hasta el ensamblaje final, la huella hídrica de la IA se extiende a lo largo de toda la cadena de suministro.

Ante este panorama, es crucial que la industria tecnológica asuma la responsabilidad de minimizar el impacto ambiental de la IA. La innovación no puede ser sinónimo de agotamiento de recursos. Es necesario invertir en tecnologías más eficientes, explorar alternativas de refrigeración, y optimizar el diseño de los centros de datos para reducir su huella hídrica y energética.

El futuro de la IA depende de nuestra capacidad para encontrar un equilibrio entre el avance tecnológico y la sostenibilidad. No podemos permitir que la revolución digital se convierta en una amenaza para el planeta. Es hora de repensar la forma en que desarrollamos y utilizamos estas tecnologías, buscando soluciones innovadoras que nos permitan disfrutar de los beneficios de la IA sin comprometer el futuro de las próximas generaciones. El desafío es grande, pero la oportunidad de construir un futuro más sostenible es aún mayor.

Fuente: El Heraldo de México