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21 de julio de 2025 a las 01:50

Sinaloa: ¿Epicentro del tráfico de armas?

La sombra del crimen organizado se cierne pesada sobre Sinaloa, un estado que, en apenas nueve meses y medio, ha visto cómo las autoridades le arrancaban de las manos más de 3,000 armas de fuego. Una cifra escalofriante que, según el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, representa la quinta parte del total de armamento decomisado en todo el país. Imaginen la magnitud del problema: un solo estado concentrando tal cantidad de poder de fuego, un arsenal capaz de equipar a un pequeño ejército. ¿Qué nos dice esto sobre la penetración del crimen en el tejido social sinaloense? ¿Qué nos dice sobre la urgencia de implementar estrategias de seguridad más efectivas, más incisivas, que vayan a la raíz del problema?

Septiembre de 2024 marcó un punto de inflexión, un recrudecimiento de la violencia que tiñó las calles de rojo. La disputa entre dos organizaciones criminales, una lucha a muerte por el control del territorio y sus jugosos beneficios, desató una ola de violencia que obligó a las autoridades a reforzar la seguridad en el estado. ¿Pero es suficiente? ¿Es acaso un parche temporal sobre una herida profunda que requiere una cirugía mayor? La respuesta, lamentablemente, parece compleja y esquiva.

Las nuevas leyes en materia de seguridad, con la Ley del Sistema Nacional de Investigación e Inteligencias a la cabeza, se presentan como la herramienta definitiva para combatir el crimen. Un sistema interconectado, una plataforma que centraliza la información de las distintas instituciones de seguridad, promete una coordinación sin precedentes. La promesa de una inteligencia más eficaz, capaz de anticiparse a los movimientos del enemigo, se dibuja en el horizonte. Pero la realidad, a menudo, se resiste a las promesas. ¿Será esta vez diferente? ¿Logrará este sistema romper el ciclo de violencia que azota a Sinaloa?

Las cifras, frías y contundentes, nos dan una idea de la magnitud del desafío. Mil 487 detenidos entre octubre de 2024 y julio de 2025. 53 toneladas de droga, una montaña de sustancias ilícitas que incluye más de una tonelada y un millón de pastillas de fentanilo, un veneno que corroe las entrañas del país. 91 laboratorios clandestinos desmantelados, fábricas de la muerte escondidas en la oscuridad. Estos números, más allá de las estadísticas, representan vidas rotas, familias destrozadas, un futuro incierto.

La lucha contra el crimen organizado en Sinaloa es una batalla cuesta arriba, una guerra sin cuartel que exige no solo la fuerza de las armas, sino también la inteligencia, la estrategia y, sobre todo, la voluntad política de ir más allá de las soluciones superficiales. Es una tarea titánica, un compromiso ineludible con la sociedad, con un futuro donde la paz no sea una utopía, sino una realidad tangible. El tiempo dirá si las nuevas medidas son suficientes para doblegar la espalda del crimen. Mientras tanto, la esperanza, como una pequeña llama en medio de la oscuridad, se mantiene viva.

Fuente: El Heraldo de México