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19 de julio de 2025 a las 15:05
Tragedia: Nieto de Don Cruz Lizárraga muere en balacera
Catorce años han transcurrido desde aquella fatídica madrugada en Mazatlán, una madrugada que aún resuena en los corazones de quienes la vivieron y en la memoria colectiva del regional mexicano. El eco de las balas, silenciando la música y la alegría, se sobrepone a cualquier intento de olvidar la tragedia que arrebató la vida de Alberto Lizárraga, un joven músico cuyo destino se vio truncado por la violencia. Más allá de la fría estadística, de ser uno de los seis fallecidos en la balacera, Alberto era un nombre, una historia, un talento en ciernes perteneciente a una de las dinastías más importantes de la música de banda: sobrino de Poncho Lizárraga, líder de la emblemática Banda El Recodo, y nieto del legendario Don Cruz Lizárraga. Su pérdida no solo fue un golpe para su familia, sino para toda una industria que lo veía como un heredero de un legado musical invaluable.
La escena del crimen, un antro en el puerto sinaloense, se transformó en un escenario de horror. Lo que debía ser una noche de celebración, un "after" después de una presentación, se convirtió en una pesadilla. Testigos describen el caos, el pánico desatado cuando dos camionetas irrumpieron en la escena, desatando una lluvia de balas de grueso calibre. La música se apagó, reemplazada por los gritos de terror y el tableteo incesante de las armas. En medio de la confusión, muchos lograron escapar, pero otros, como Alberto, quedaron atrapados en la línea de fuego. La imagen de los cuerpos tendidos en el suelo, entre ellos el del joven músico con cuatro impactos de bala, uno en la cabeza, dos en el abdomen y otro en la rodilla, es una herida que aún no cicatriza en la memoria de quienes presenciaron el horror.
La llegada de los servicios de emergencia, las sirenas rompiendo el silencio de la noche, la desesperación de los paramédicos atendiendo a los heridos… un cuadro desolador que pintó la madrugada del 8 de marzo de 2011. Más allá de Alberto, otras cinco vidas se perdieron esa noche, y al menos veinte personas cargaron con las secuelas físicas y emocionales de la tragedia. Entre los heridos se encontraba Noé Montaño, ex integrante de la Banda El Recodo, quien sobrevivió a un impacto de bala en el pulmón. Para él, la memoria de aquella noche es una carga pesada que lleva consigo. Cada vez que recuerda a Alberto, lo describe como un joven lleno de talento y con un gran corazón, una promesa musical que la violencia silenció para siempre.
El luto se extendió por todo el gremio musical. Poncho Lizárraga, con el alma destrozada, compartió su dolor en redes sociales, lamentando la partida de su sobrino. La Banda MS, aunque Alberto ya no formaba parte de sus filas en ese momento, también expresó su pesar. Su paso por la agrupación, aunque breve, había dejado una huella imborrable en sus compañeros, quienes lo recordaban con cariño y admiración.
A pesar del tiempo transcurrido, el caso de Alberto Lizárraga sigue siendo un recordatorio de la fragilidad de la vida y de la violencia que, en ocasiones, ensombrece el mundo de la música. Su historia, truncada de manera tan abrupta, se mantiene viva en el recuerdo de sus seres queridos y en la memoria colectiva de la música regional mexicana, como un triste ejemplo de un talento perdido y una promesa que nunca pudo cumplirse. Queda la esperanza de que, recordando su historia, podamos trabajar por un futuro donde la música sea sinónimo de alegría y no de tragedia.
Fuente: El Heraldo de México