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19 de julio de 2025 a las 06:55

Rockstar perdido: Tragedia corta una carrera prometedora

La música perdió a un ángel el 29 de mayo de 1997. Un ángel llamado Jeff Buckley, cuya voz, capaz de susurrar secretos al oído del universo y rugir con la fuerza de una tormenta, se silenció para siempre en las turbias aguas del río Mississippi. Su historia, aunque trágicamente corta, brilla con la intensidad de una supernova, dejando una huella imborrable en el panorama musical. Desde sus humildes comienzos en los cafés bohemios del East Village neoyorquino, hasta su consagración internacional con "Grace", Buckley recorrió un camino meteórico, guiado por su pasión desbordante y un talento inigualable.

Imaginen la escena: un pequeño café, Sin-é, en el corazón del East Village. Las luces tenues, el aroma a café recién hecho, y en el escenario, un joven Jeff, armado únicamente con su guitarra, desnuda su alma canción tras canción. Su voz, un instrumento mágico capaz de transportarte a otros mundos, llena el espacio, hipnotizando a la audiencia. Ese magnetismo, esa conexión visceral con la música, quedó plasmado en "Live at Sin-é", un EP que captura la esencia pura de un artista en plena ebullición creativa, a punto de explotar.

Y explotó, con la fuerza de un volcán en erupción, con "Grace". Un álbum que no es solo una colección de canciones, sino una declaración de principios, un manifiesto musical. Siete temas originales, cada uno una joya cincelada con precisión y pasión, junto con versiones magistrales que trascendieron a los originales. ¿Quién puede olvidar su interpretación de "Hallelujah", tan desgarradora y conmovedora que se convirtió en un himno para toda una generación? "Grace" no solo consolidó su posición como un artista excepcional, sino que le abrió las puertas del mundo.

De Nueva York a París, de Tokio a Sídney, Buckley y su banda conquistaron escenarios, dejando a su paso un rastro de emociones a flor de piel. Sus conciertos, auténticos rituales de comunión con la música, se convertían en experiencias trascendentales, en las que la voz de Jeff se elevaba, etérea y poderosa, convirtiendo cada nota en una caricia al alma. El reconocimiento internacional no tardó en llegar, con premios y elogios que confirmaban lo que muchos ya sabían: Jeff Buckley era una fuerza de la naturaleza.

Y en la cima de su carrera, con un futuro brillante por delante, el destino le jugó una mala pasada. Memphis, la ciudad del blues, se convirtió en el escenario de su trágico final. Una tarde de mayo, un chapuzón en el río Mississippi, y la música enmudeció. La noticia de su muerte conmocionó al mundo, dejando un vacío imposible de llenar.

"Sketches (For My Sweetheart The Drunk)", el álbum inacabado que quedó como un testimonio póstumo de su genio, nos permite vislumbrar lo que podría haber sido. Un futuro lleno de música, de exploración sonora, de emociones desbordantes. Pero el legado de Jeff Buckley va más allá de las canciones grabadas. Su influencia se siente en la música de innumerables artistas, su voz sigue resonando en los corazones de quienes tuvieron la fortuna de escucharlo, y su historia, aunque teñida de tristeza, nos recuerda la fragilidad y la belleza de la vida, y el poder eterno de la música.

Fuente: El Heraldo de México