La tragedia tiñó de gris el asfalto oaxaqueño el pasado 16 de julio. Un accidente vial, uno más en la vorágine del tránsito diario, arrebató la vida a un motociclista en la avenida Periférico, cerca de Rivera del Atoyac. La fría estadística de un siniestro vial se transformó en un desgarrador relato de amor y pérdida cuando, entre las pertenencias del fallecido, los policías encontraron un pequeño tesoro: un mensaje escrito a mano, enmicado y colgado del llavero de la motocicleta. "Maneja con cuidado, te necesito aquí conmigo, te amo", rezaban las palabras impregnadas de un cariño que ahora se antoja premonitorio. Varios besos, dibujados con lápiz labial, sellaban la declaración de amor, testigos silenciosos de una despedida que jamás se pronunció.

El impacto, brutal e implacable, ocurrió contra un camión tipo tortón. Mientras el conductor del vehículo pesado sobrevivió al encuentro, el motociclista no corrió con la misma suerte. Testigos presenciales narraron la escena con la voz entrecortada por la conmoción: intentaron auxiliar al hombre, pero sus esfuerzos fueron en vano. Cuando los servicios de emergencia arribaron al lugar, solo pudieron confirmar el deceso y retirar el cuerpo sin vida.

La imagen del mensaje, cuidadosamente conservado en medio del caos del accidente, recorrió las redes sociales como la pólvora, despertando una ola de comentarios y condolencias. La fragilidad de la vida, la importancia de expresar el amor a quienes nos rodean, la necesidad de extremar precauciones al volante… son reflexiones que emergen ante la crudeza de la noticia.

El pequeño trozo de papel enmicado, custodiado entre los hierros retorcidos de la motocicleta, se convirtió en un símbolo. Un símbolo del amor incondicional, de la esperanza que se aferra a la vida incluso ante la inminencia de la tragedia, del anhelo de un regreso a casa que nunca se concretará. Una triste y conmovedora muestra de cómo, en un instante, la cotidianidad puede transformarse en una dolorosa despedida. ¿Quién era la persona que escribió el mensaje? ¿Qué sueños compartían con el motociclista? Son preguntas que flotan en el aire, un eco silencioso en medio del ruido ensordecedor de la ciudad. Este trágico suceso nos recuerda, una vez más, la importancia de valorar cada momento, de expresar nuestro afecto sin reservas y de conducir con responsabilidad, pues cada viaje en motocicleta, en coche o a pie, es un viaje hacia el incierto destino que nos depara la vida. La historia de este motociclista y su mensaje de amor nos invita a reflexionar sobre la fragilidad de la existencia y la importancia de vivir cada día como si fuera el último.

Este accidente, más allá de las estadísticas, nos recuerda que detrás de cada víctima hay una historia, una vida llena de afectos, de sueños y de proyectos truncados. Y en este caso, un amor que se aferra a un pequeño trozo de papel, como un último susurro en el silencio de la tragedia. Un susurro que, esperamos, resuene en la conciencia de todos y nos impulse a construir un futuro con carreteras más seguras y con corazones más abiertos al amor y a la vida.