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19 de julio de 2025 a las 21:40

Justicia para Pamela y su hijo

La tragedia que enluta a la Ciudad de México con el feminicidio de Neria Pamela López Solís, de tan solo 29 años, nos obliga a reflexionar sobre la profunda vulnerabilidad en la que viven las mujeres que se atreven a denunciar la violencia, particularmente cuando se trata de proteger a sus hijos. El valiente acto de Neria de alzar la voz contra el presunto abuso sexual que sufrió su hijo, presuntamente a manos de su expareja, se convirtió en su sentencia de muerte. Su cuerpo, yaciente en el pavimento afuera de su hogar en Iztapalapa, es un crudo recordatorio de la impunidad que aún prevalece y la urgente necesidad de un sistema de justicia que proteja de manera efectiva a las víctimas.

La advertencia de Neria, premonitoria y desgarradora, resonó en sus redes sociales y en los círculos cercanos. Ella sabía, presentía el peligro que corría al enfrentarse a su agresor. El temor, lamentablemente, se materializó. Ahora, su hijo, además de cargar con el trauma del abuso, debe afrontar la irreparable pérdida de su madre, una mujer que luchó con valentía por su bienestar. ¿Qué mensaje le estamos enviando a las mujeres que se atreven a denunciar? ¿Qué garantías de protección les estamos ofreciendo? El caso de Neria Pamela no puede ser un número más en las estadísticas de feminicidios. Exigimos justicia, no solo para ella, sino para todas las mujeres que viven con miedo, para todas las madres que protegen a sus hijos con uñas y dientes.

El eco del caso de Neria Pamela encuentra una dolorosa similitud con el de Adriana Susana Guerrero Hernández, cuyo cuerpo fue encontrado en Ecatepec tras su desaparición en la CDMX. Otra mujer, otra madre, víctima de la violencia machista. Adriana, de 36 años, había decidido romper el ciclo de violencia física y emocional al que la sometía el padre de su hijo. Su valentía, al igual que la de Neria, fue castigada con la muerte. Dos mujeres, dos historias de lucha y dolor, unidas por el hilo trágico de la violencia de género. ¿Cuántas más tendrán que perder la vida antes de que se tomen medidas reales y contundentes?

La exigencia de justicia del colectivo 50+1 es un clamor que debe ser escuchado por las autoridades. No podemos permitir que la impunidad siga reinando. Necesitamos un sistema judicial que responda a las necesidades de las víctimas, que les brinde protección real y que castigue con severidad a los agresores. La lucha de Neria y Adriana no debe ser en vano. Su memoria debe impulsar un cambio profundo en la forma en que se aborda la violencia de género en nuestro país. Debemos construir una sociedad donde las mujeres puedan vivir libres de miedo, donde denunciar no sea un acto de valentía suicida, sino un derecho garantizado. La vida de Neria Pamela y Adriana Susana, y la de tantas otras mujeres, nos exige actuar, nos exige justicia, nos exige un cambio. No podemos seguir siendo cómplices del silencio.

Fuente: El Heraldo de México