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20 de julio de 2025 a las 01:45

Justicia para el albañil: Sueño de quinceañera truncado

La conmoción en Olivera, provincia de Buenos Aires, sigue latente. El brutal asesinato de Jeremías Sosa, un albañil de 31 años, a manos de un grupo de vecinos que lo confundió con un ladrón, ha dejado una profunda herida en la comunidad y reavivado el debate sobre la justicia por mano propia y el uso irresponsable de las redes sociales. El testimonio desgarrador de su familia, recogido por un medio local, pinta el retrato de un hombre trabajador, padre dedicado, injustamente arrebatado de la vida en un acto de violencia irracional.

Jeremías, originario de Misiones, se encontraba en Olivera visitando a su hermana después de una larga jornada de trabajo en Tigre. Desorientado y sin celular, pedía ayuda a los vecinos, una situación que, lamentablemente, fue interpretada como sospechosa. La rápida propagación de mensajes alarmistas en el grupo de WhatsApp "Vecinos en alerta" desató la tragedia. Un grupo de personas, presas del pánico colectivo y sin mediar verificación alguna, lo interceptó, ató y golpeó brutalmente.

La imagen de Jeremías, indefenso y suplicando ayuda, contrasta dramáticamente con la ferocidad del ataque. Su pareja, Carolina Sotelo, recuerda con dolor la desesperación de Jeremías en esos momentos: “No llevaba celular, iba en ojotas. ¿Quién roba así? Sólo estaba perdido y pedía que lo llevaran con su hermana”. Sus palabras resuenan como un grito de impotencia ante la injusticia. La autopsia confirmó lo que ya se temía: un traumatismo de cráneo provocó el shock neurogénico que le costó la vida.

La investigación, a cargo de la fiscal Laura Cordiviola, avanza con dificultad. Si bien hay cinco personas detenidas, al menos tres prófugos, entre ellos Walter y Agustina Atrio, señalados como participantes activos en el linchamiento, permanecen en la clandestinidad, aparentemente valiéndose de sus recursos y contactos para evadir la justicia. Su captura se ha convertido en una prioridad para esclarecer completamente los hechos y llevar a todos los responsables ante la ley.

La tragedia de Jeremías Sosa deja al descubierto la fragilidad de la vida y los peligros de la justicia por mano propia, exacerbada por la inmediatez y la viralización de información no verificada en las redes sociales. Grupos de WhatsApp, creados inicialmente con la intención de fomentar la seguridad vecinal, pueden convertirse en potenciales plataformas de desinformación y linchamiento virtual, donde las sospechas infundadas se transforman en condenas sin juicio previo.

El caso ha generado una ola de indignación en Argentina. Organizaciones de derechos humanos y especialistas alertan sobre las consecuencias del pánico colectivo mal canalizado y la necesidad de promover una cultura de responsabilidad en el uso de las redes sociales. La familia de Jeremías, destrozada por el dolor, clama por justicia y exige que se esclarezcan las circunstancias del crimen y se condene a todos los responsables. “Esto no puede volver a pasar. No puede morir un inocente por culpa de un mensaje de WhatsApp”, concluye Carolina, su voz cargada de angustia y con la firmeza de quien busca que la memoria de Jeremías sirva para prevenir futuras tragedias. El caso de Jeremías Sosa es un llamado a la reflexión sobre la importancia de la prudencia, la verificación de la información y el respeto por los derechos humanos, principios fundamentales para construir una sociedad más justa y segura para todos.

Fuente: El Heraldo de México