
19 de julio de 2025 a las 09:10
Domina Tus Fetiches
Adentrémonos en el fascinante, y a veces desconcertante, mundo de la simbología política. Más allá de las proclamas ideológicas y las justificaciones históricas, la reciente controversia en torno a las estatuas de próceres y figuras históricas revela una dimensión casi primitiva: el fetichismo. Cada facción política, cual tribu ancestral, erige sus ídolos de bronce, convirtiendo estos monumentos inmóviles en tótems de sus dogmas, a menudo, con resultados francamente ridículos. El caso del reemplazo de la estatua de Cristóbal Colón en la Ciudad de México por una figura femenina de dudosa calidad artística, más parecida a una galleta de animalito que a una obra de arte, es un ejemplo paradigmático de esta tendencia.
Y ahora, la alcaldesa de Cuauhtémoc, Alessandra Rojo de la Vega, tras una victoria electoral plagada de disputas, decide instalar una escultura que representa a Fidel Castro y al Che Guevara enfrascados en una apacible conversación. Una imagen que contrasta radicalmente con la hostilidad que marcó los últimos años de su relación. Esta provocación, como era de esperar, ha desatado la furia de los devotos del guerrillero convertido en ícono pop, cuyas protestas indignadas resonaron con la fuerza de un trueno. Los hijos del 68, con una memoria selectiva que olvida la expulsión del Che de Cuba y su muerte a manos de un pequeño grupo de soldados bolivianos en 1967, consideran esta obra un sacrilegio contra su culto revolucionario.
Incluso la presidenta de la República ha entrado en la arena de este debate simbólico, manifestando su indignación por la remoción de la estatua de Colón y cuestionando la pertinencia de la nueva instalación. Su mención a un "momento histórico", referente al encuentro entre Castro y Guevara en la Ciudad de México, parece obviar la compleja y a menudo contradictoria historia de la Revolución Cubana. Un proceso que, si bien tuvo su relevancia en su momento, hoy se reduce a la ruina de la esperanza y la decadencia del socialismo en América Latina.
Si la presidenta insiste en reubicar la escultura de Castro y el Che, ¿por qué no hacerlo en Los Pinos, bajo la sombra de José López Portillo? Un presidente que, en tiempos de necesidad, brindó un apoyo incondicional a Fidel Castro, declarando que "lo que se le haga a Cuba se le hace a México". Un paralelismo histórico que invita a la reflexión, considerando la actual relación entre ambos países, que continúa marcada por la asistencia económica, aunque sin la necesidad de erigir estatuas. ¿Será que los monumentos, más allá de su valor artístico o histórico, son meros instrumentos de propaganda política, destinados a perpetuar mitos y alimentar cultos de personalidad? La controversia continúa, y con ella, la eterna lucha por el control de los símbolos y la construcción de la memoria colectiva.
Fuente: El Heraldo de México