
19 de julio de 2025 a las 08:35
Alimentos que combaten infartos cerebrales
La sombra del infarto cerebral se extiende sobre México, alcanzando a una población cada vez más joven. Lo que antes se consideraba una afección propia de la edad avanzada, ahora acecha a adultos de apenas 45 años, una realidad alarmante que nos obliga a repensar nuestros hábitos y a priorizar la prevención. El ritmo de vida actual, marcado por el estrés constante, la mala alimentación, las noches en vela y la dependencia tecnológica, está cobrando factura. Imaginen el cerebro, ese órgano complejo y vital, sometido a una presión incesante, bombardeado por estímulos y privado del descanso que necesita. Es como un motor funcionando a toda marcha, sin pausa ni mantenimiento, hasta que inevitablemente falla.
La hipertensión y la diabetes, enfermedades crónicas que solían manifestarse en etapas más tardías de la vida, ahora se presentan con mayor frecuencia en adultos jóvenes, convirtiéndose en la antesala del infarto cerebral. A este cóctel explosivo se suma el consumo de drogas psicoactivas, un factor agravante que dispara el riesgo de accidentes cerebrovasculares incluso en personas sin antecedentes. Imaginen las arterias cerebrales, conductos vitales para el flujo sanguíneo, contrayéndose bruscamente bajo el efecto de estas sustancias. El resultado puede ser devastador.
Las cifras son contundentes y nos pintan un panorama preocupante: 18,019 muertes por enfermedades cerebrovasculares en lo que va del 2024, posicionándolas como la séptima causa de fallecimiento en el país. 170,000 nuevos casos cada año. Números que nos interpelan y nos exigen actuar. No podemos permanecer indiferentes ante esta realidad. La prevención es la clave, una estrategia que debe abarcar a toda la población, sin importar la edad.
Afortunadamente, contamos con aliados poderosos en nuestra lucha contra el infarto cerebral: los alimentos. Una dieta balanceada, rica en nutrientes esenciales, puede marcar la diferencia. Las frutas y verduras, con su abundante aporte de potasio, antioxidantes y fibra, son la base de una alimentación saludable. Imaginen un plato lleno de colores vibrantes: verduras de hoja verde, zanahorias, tomates, plátanos, cítricos… una sinfonía de sabores y beneficios para nuestro cerebro.
El pescado azul, como el salmón, las sardinas, el atún y la caballa, nos proporciona ácidos grasos omega-3, auténticos guardianes de nuestra salud cardiovascular y cerebral. Estos ácidos grasos actúan como bomberos, apagando los incendios de la inflamación y mejorando la circulación sanguínea.
Los cereales integrales, como la avena, el arroz integral, la cebada y el pan de trigo entero, son una fuente invaluable de fibra, reguladores del colesterol y estabilizadores de la glucosa. Incluirlos en nuestra dieta es una inversión en bienestar.
Finalmente, las nueces, almendras, semillas de chía y linaza, aunque calóricas, nos ofrecen un tesoro de grasas saludables, magnesio y vitamina E, nutrientes que fortalecen nuestros vasos sanguíneos. Consumirlas con moderación es un gesto de cariño hacia nuestro cerebro.
No esperemos a que la sombra del infarto cerebral nos alcance. Tomemos las riendas de nuestra salud y construyamos un futuro más saludable. La prevención está en nuestras manos. Informémonos, consultemos con profesionales de la salud y adoptemos hábitos de vida que nos protejan. Nuestro cerebro nos lo agradecerá.
Fuente: El Heraldo de México