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19 de julio de 2025 a las 05:35
Adiós a Eduardo Quijano, padre de las estrellas de Kabah
El eco de la partida de Eduardo Quijano resuena en el corazón de la comunidad artística y, especialmente, entre los seguidores de Kabah. La noticia, compartida con una vulnerabilidad conmovedora por Federica Quijano, nos invita a reflexionar sobre la complejidad de los lazos familiares y la trascendencia del perdón. Más allá del brillo de los escenarios y la energía contagiosa de sus canciones, los hermanos Quijano nos muestran una faceta profundamente humana, un rostro marcado por la experiencia de una relación paterna intrincada.
Las palabras de Federica, cargadas de una emotividad palpable, dibujan un cuadro de despedida teñido de aceptación y amor. "Sé que al final ya no estabas tú", escribe, insinuando quizás un proceso de deterioro físico o mental que, sin embargo, no logró eclipsar la presencia espiritual de su padre. Ese "sin embargo" actúa como un puente entre la ausencia física y la persistencia del amor, un amor que trasciende las limitaciones del cuerpo y se aferra a la esencia del ser querido. La imagen de Eduardo "cerca de su mamá como siempre quiso" nos habla de un anhelo cumplido, de un reencuentro anhelado que brinda consuelo en medio del dolor. Es una imagen poderosa que evoca la paz y la serenidad del más allá, un bálsamo para el alma de quienes quedan atrás.
La historia familiar de los Quijano, revelada en fragmentos a lo largo de los años, nos muestra un vínculo marcado por la dificultad. Sin embargo, la despedida de Federica no se centra en los reproches, sino en la gratitud. "Gracias por darme la vida y por hacer lo mejor que pudiste", una frase que resume la madurez emocional alcanzada y la comprensión profunda de las circunstancias que moldearon la figura paterna. Reconocer el esfuerzo, incluso en medio de las fallas, es un acto de sanación, un paso crucial hacia la paz interior. Este gesto de empatía y perdón nos conmueve y nos invita a reflexionar sobre nuestras propias relaciones familiares, a buscar la reconciliación y el entendimiento en los vínculos que nos definen.
El duelo por la pérdida de un padre es un proceso íntimo y doloroso. Al compartirlo con tanta honestidad, Federica y Apio no solo honran la memoria de Eduardo, sino que también tienden un puente hacia sus seguidores, creando una conexión profunda basada en la autenticidad y la vulnerabilidad. Este acto de transparencia refuerza el vínculo entre los artistas y su público, demostrando que detrás de la música y el espectáculo, hay seres humanos que experimentan las mismas alegrías y tristezas que todos nosotros. La partida de Eduardo Quijano nos recuerda la fragilidad de la vida y la importancia de valorar los lazos familiares, incluso en su complejidad. Es un llamado a la empatía, a la comprensión y a la búsqueda de la paz en las relaciones que nos definen. El legado de Eduardo, más allá de las circunstancias, se perpetúa en el amor y la unidad de sus hijos, un testimonio de la fuerza del espíritu humano para sanar y trascender las dificultades.
Fuente: El Heraldo de México