La tragedia ha golpeado a la comunidad de Minehead, en Somerset, tras el terrible accidente de autobús escolar que cobró la vida de un niño de 10 años y dejó a otros 21 heridos. El silencio y la consternación se han apoderado del pueblo, mientras los vecinos intentan comprender cómo una excursión escolar al zoológico local pudo terminar en semejante pesadilla. La imagen del autobús volcado, yaciendo de costado tras caer por una ladera de seis metros, es un crudo recordatorio de la fragilidad de la vida.

El jueves 17 de julio, poco después de las 3 de la tarde, la alegría de los alumnos de quinto año de la escuela secundaria Minehead se transformó en horror. El autobús que los transportaba de regreso a casa, con más de 70 personas a bordo, perdió el control en un tramo empinado y sinuoso de la carretera A396 en el Parque Nacional de Exmoor. Las causas del accidente aún se investigan, pero las primeras hipótesis apuntan a la peligrosidad de la curva y las posibles condiciones de la carretera.

La rápida respuesta de un bombero fuera de servicio, que circulaba detrás del autobús, fue crucial. Su intervención, antes de la llegada de los equipos de emergencia, permitió liberar a varios pasajeros atrapados entre los retorcidos hierros del vehículo. Sin embargo, la magnitud del impacto dejó un saldo devastador. Al menos dos menores fueron trasladados en helicóptero al Hospital Real Infantil de Bristol, mientras que otros heridos fueron atendidos en centros médicos cercanos.

La confirmación del fallecimiento del niño de 10 años sumió a la comunidad en un profundo dolor. La policía de Avon y Somerset ha expresado sus condolencias a la familia y ha asignado un oficial especialmente entrenado para brindarles apoyo en estos momentos tan difíciles. Un manto de tristeza cubre a Minehead, donde las flores y los tributos se acumulan a las puertas de la escuela, en memoria del pequeño estudiante.

El testimonio de Jayden, un niño que sufrió una fractura de clavícula en el accidente, es desgarrador. “Recuerdo que subíamos por una colina… y luego, nada”, relata con voz entrecortada. Su madre, Kim, describe la angustia que vivió al desconocer el paradero de su hijo: “No podía contactar a nadie. No sabía si estaban a salvo”. Su relato refleja la desesperación de muchas familias que vivieron momentos de incertidumbre y terror.

Las voces de vecinos y padres de familia se alzan para denunciar la peligrosidad del tramo donde ocurrió el accidente. John Delany, padre de dos alumnas y residente de la zona, afirma haber presenciado otros incidentes en el mismo lugar. “Es una curva cerrada donde el agua se acumula. Con un vehículo pesado como un autobús escolar, es fácil perder el control”, advierte. Estas declaraciones ponen en relieve la necesidad de revisar las condiciones de seguridad de la carretera y tomar medidas para evitar futuras tragedias.

La investigación del accidente continúa, mientras la comunidad de Minehead se une para afrontar el dolor y brindar apoyo a las familias afectadas. Este trágico suceso nos recuerda la importancia de la seguridad vial y la necesidad de estar siempre alerta al volante. La vida de un niño se ha apagado, dejando una profunda huella en la memoria colectiva. Que su recuerdo sirva como un llamado a la reflexión y a la acción para prevenir futuras tragedias en nuestras carreteras.