
19 de julio de 2025 a las 02:10
México y EUA: unidos por el nearshoring
En el intrincado tablero del comercio global, el nearshoring emerge como una pieza clave para redefinir las estrategias de producción y consumo. Más allá de una simple reubicación geográfica de las industrias, este fenómeno representa una transformación profunda en la manera en que las empresas conciben sus cadenas de suministro, buscando optimizar la eficiencia y reducir la dependencia de mercados lejanos. En este contexto, la relación entre México y Estados Unidos se convierte en un caso de estudio paradigmático, donde convergen intereses comunes, pero también desafíos asimétricos que requieren un análisis minucioso.
Para Estados Unidos, el nearshoring no es solo una cuestión de logística, sino una pieza fundamental en su estrategia geopolítica. Ante el ascenso de China como potencia económica y tecnológica, la relocalización de industrias en México se presenta como un escudo protector para su hegemonía. La búsqueda de una mayor autosuficiencia en sectores estratégicos, como el de los microprocesadores, y la necesidad de blindar sus cadenas de suministro ante posibles disrupciones globales, son los motores que impulsan esta estrategia. La sombra de la deuda con China, un gigante económico al que se le debe una parte considerable de su pasivo, se cierne sobre las decisiones estadounidenses, añadiendo una capa de urgencia a la necesidad de diversificar sus socios comerciales y fortalecer su posición en el tablero global.
México, por su parte, se encuentra ante una oportunidad histórica. El nearshoring representa la posibilidad de consolidarse como un socio estratégico para Estados Unidos, atrayendo inversión extranjera, generando empleos y dinamizando su economía. Sin embargo, el optimismo debe ser templado por la realidad. La falta de infraestructura moderna, la inseguridad en algunas regiones y las debilidades en el estado de derecho son obstáculos que frenan el potencial del país. A pesar de los avances en materia laboral, aún persisten desafíos en la implementación de reformas que garanticen la transparencia sindical y la protección de los derechos de los trabajadores. Si bien el T-MEC se presenta como un marco legal favorable para la integración regional, la dependencia económica de Estados Unidos y la vulnerabilidad ante cambios en sus políticas comerciales generan incertidumbre en el sector empresarial mexicano.
La narrativa en ambos países refleja estas diferencias. Mientras que en Estados Unidos el nearshoring se presenta como una estrategia de poder y seguridad nacional, en México se percibe como una oportunidad de crecimiento, aunque con una dosis de cautela y la conciencia de su posición subordinada. Los medios mexicanos celebran el incremento del comercio con Estados Unidos, pero también advierten sobre la necesidad de fortalecer las instituciones y mejorar las condiciones internas para atraer inversión sostenida. El sector empresarial mexicano, por su parte, aboga por una mayor colaboración entre el gobierno, la iniciativa privada y la academia para aprovechar al máximo esta coyuntura.
El éxito del nearshoring en la región dependerá de la capacidad de ambos países para superar sus desafíos particulares y construir una relación más simétrica. México debe dejar de ser un simple receptor de las decisiones estadounidenses y convertirse en un actor protagónico, impulsando una agenda propia que priorice el desarrollo sostenible y la diversificación económica. La inversión en infraestructura, la mejora del estado de derecho y el fortalecimiento de las instituciones son cruciales para generar confianza y atraer inversión a largo plazo. Por su parte, Estados Unidos debe reconocer que la estabilidad y el crecimiento de México son fundamentales para su propia seguridad económica y geopolítica. Una relación basada en la cooperación y el respeto mutuo, donde ambos países se beneficien de manera equitativa, es la clave para consolidar el nearshoring como una estrategia exitosa para la región. De lo contrario, se corre el riesgo de que esta oportunidad histórica se convierta en una fuente de nuevas tensiones y desigualdades.
Fuente: El Heraldo de México