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18 de julio de 2025 a las 09:10

Guerra interna en Morena

La armonía, ese estado de perfecta sintonía y buena vibra, ese es mi mantra, mi razón de ser. Y por eso, la actual discordia que permea el movimiento de la 4T, las fracturas internas y la división militante, me tienen profundamente consternado, con el corazón encogido. La situación es preocupante, delicada como un hilo de seda a punto de romperse.

Recientemente, en un conocido programa radiofónico, la compañera Andrea prodigó elogios al compañero Adán Augusto, quien ha estado ausente del ojo público debido a una lamentable –y muy humana– omisión: con tanto trabajo, olvidó verificar los antecedentes de su secretario de Seguridad en Tabasco, quien, para sorpresa de todos, resultó estar involucrado en actividades del crimen organizado. Este incidente, sin embargo, no es más que una pequeña mancha en la impecable trayectoria de este destacado tabasqueño, quien, al igual que la compañera Andrea, con su sensibilidad médica a flor de piel, merece todo nuestro respeto y afecto. Un hombre sensible, propenso a conmoverse con la belleza de una jirafa o la poesía de Pellicer, no merece menos.

Hablo de discordia, de trifulca, porque la acusación original provino de Javier May, sucesor de Adán Augusto en Tabasco, un obradorista de hueso colorado cuyo hermano fue secretario de Gobierno en el estado durante la gestión de… sí, adivinaron, nuestro querido AA. Este mismo compañero, senador y poeta, acusó recientemente a otro compañero muy apreciado por su servidor, el Doctor Monreal, lector voraz, filósofo del Derecho y hombre de izquierda, de haber… digamos que extraviado una considerable suma de dinero durante su gestión como senador.

Esta fue la primera señal, el primer síntoma de una fractura profunda en esta revolución de las conciencias. Una clara indicación de que no todos reman en la misma dirección. Basta con observar a nuestros compañeros moneros, quienes últimamente han dirigido sus afilados trazos hacia mi querido AA. Y todos sabemos que nuestros compañeros, buenos revolucionarios, han dejado de lado cualquier atisbo de pensamiento crítico para entregarse en cuerpo y alma a la colectividad morenista.

Pero la discordia no se limita a mi melancólico AA. La digna compañera Dato Protegido ha desatado una verdadera cacería digital contra una ciudadana por no mostrarle el respeto que merece como mujer, mientras que la compañera Citlali, venerada por su servidor, ha expresado su desacuerdo con esta actitud. El compañero Cuau, por su parte, se ha visto envuelto en una confrontación con un grupo de compañeras legisladoras feministas que buscaban su desafuero, obligando a los compañeros legisladores feministas a intervenir para evitar que esto sucediera. Al Cuau, además, ya lo tienen en la mira en el gobierno de Morelos, que, por supuesto, también es nuestro. Y para rematar, mi estimado Cuitláhuac, tras conseguir un puesto en el gobierno federal, ha sido acusado de corrupción por mi querida Rocío.

En definitiva, este escenario se asemeja cada vez más a una cena familiar navideña, en el sentido de que las familias mexicanas, tan apasionadas, suelen terminar las cenas navideñas a golpes, cuando no con un arma de fuego en mano.

En Morena se están dando con todo, sí. Y por eso, desde esta humilde tribuna, hago un llamado a la unidad, a la concordia, a la buena vibra. Es momento de dejar atrás las diferencias, de sanar las heridas y de trabajar juntos por el bien común. Es momento de recordar que somos un solo movimiento, una sola familia. Y las familias, a pesar de sus diferencias, siempre deben permanecer unidas.

Fuente: El Heraldo de México