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18 de julio de 2025 a las 09:30

¡El repudio a Trump estalla en las calles!

La sombra de la incertidumbre se cierne sobre Estados Unidos. Mientras el presidente Trump se enfrenta a un nuevo diagnóstico de salud, "insuficiencia venosa crónica" según la Casa Blanca, el país hierve a fuego lento con más de 1600 protestas en su contra. La chispa que ha encendido la mecha de la indignación ciudadana, bautizada como "Good Trouble Lives On", es un cóctel explosivo de políticas controvertidas: deportaciones masivas que desgarran familias, recortes a Medicaid que dejan a los más vulnerables en la cuerda floja, y un constante ataque a la red de seguridad social que debería proteger a los más necesitados. El fantasma del autoritarismo, denunciado por organizaciones como Public Citizen, se pasea por las calles, juzgados y plazas públicas, escenarios convertidos en improvisados altares de la resistencia.

El legado de John Lewis, el congresista e icono de la lucha por los derechos civiles, se alza como bandera de estas manifestaciones. Su nombre, coreado entre la multitud, se transforma en un grito de guerra contra lo que muchos perciben como un desmantelamiento sistemático de la democracia. Desde Atlanta hasta St. Louis, desde Oakland hasta Annapolis, el clamor de "Good Trouble Lives On" resuena con la fuerza de un trueno. En Chicago, cientos de manifestantes, armados con pancartas y la convicción de sus ideales, pintan un mural de resistencia contra las políticas de Trump. Sus voces, unidas en un coro de indignación, exigen justicia social y un cambio de rumbo. En Nueva York, la marcha se convierte en un acto de memoria colectiva, un recordatorio de que la lucha por los derechos civiles no ha terminado.

La tensión se palpa en el ambiente. Las recientes redadas en granjas del sur de California, con arrestos masivos ejecutados por las autoridades federales, han avivado aún más la llama de la protesta. La imagen de la Guardia Nacional desplegada por orden de Trump, protegiendo a los agentes de inmigración, ha quedado grabada en la retina de muchos como un símbolo de la creciente militarización de la política migratoria. Este clima de confrontación, sumado a la incertidumbre sobre el estado de salud del presidente, inyecta una dosis extra de volatilidad a un panorama político ya de por sí convulso. La pregunta que flota en el aire es: ¿hasta dónde llegará esta escalada de tensión? ¿Será capaz la sociedad estadounidense de encontrar un punto de equilibrio, un espacio para el diálogo y la reconciliación, o seguirá deslizándose por la pendiente resbaladiza de la polarización y el conflicto? El futuro, como el presente, se presenta incierto y preñado de desafíos. La sombra de la "Good Trouble" se alarga, amenazando con sumir al país en una nueva era de turbulencias.

Fuente: El Heraldo de México