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18 de julio de 2025 a las 09:20

El costo oculto de la tala indiscriminada en EEUU.

La decisión del expresidente Trump de desregular las protecciones ambientales en bosques y reservas naturales de Estados Unidos sigue generando debate y preocupación a nivel internacional. No se trata simplemente de la tala de árboles, sino de la apertura de la caja de Pandora de consecuencias ecológicas que impactarán a generaciones venideras. Imaginen la magnitud: millones de hectáreas de bosques vírgenes, como el majestuoso Tongass en Alaska, expuestos a la explotación indiscriminada. Un tesoro natural, hogar de una biodiversidad invaluable, reducido a cifras en un balance económico cortoplacista.

La "Roadless Rule", implementada en el año 2001, representó un escudo protector para estos ecosistemas, restringiendo la construcción de carreteras y la actividad comercial en áreas sensibles. Su derogación, iniciada ya en 2020, no solo amenaza a especies endémicas y al equilibrio de las cuencas hidrográficas, sino que socava décadas de esfuerzos conservacionistas. Recordemos que Estados Unidos alberga cerca de 310 millones de hectáreas de bosques, un patrimonio natural que proporciona servicios ambientales esenciales, desde la captura de carbono –vital en la lucha contra el cambio climático– hasta la regulación del ciclo del agua. ¿Estamos dispuestos a sacrificar este legado por la promesa de beneficios económicos a corto plazo?

La comunidad científica ha sido contundente al advertir sobre las graves consecuencias de la deforestación intensiva. No solo se pierde biodiversidad, sino que se altera el ciclo hidrológico, aumentando el riesgo de sequías e inundaciones. Además, se liberan a la atmósfera millones de toneladas de dióxido de carbono, agravando el calentamiento global. Organizaciones como National Geographic y el NRDC han documentado el impacto devastador que la tala indiscriminada tendría en especies amenazadas y en la capacidad de los bosques para absorber CO2. ¿Cómo justificar este retroceso ambiental en un momento en que la crisis climática exige acciones urgentes y responsables?

Las voces de las comunidades indígenas, guardianas ancestrales de estos territorios, se alzan con fuerza en defensa de sus derechos y de la naturaleza que les da vida. Su conocimiento milenario sobre el manejo sostenible de los bosques contrasta con la visión cortoplacista de quienes priorizan el lucro inmediato sobre el bienestar colectivo. No se trata de oponerse al desarrollo económico, sino de exigir un desarrollo sostenible que respete los límites ecológicos del planeta y los derechos de las comunidades locales.

Es cierto que la industria forestal genera empleos e ingresos, pero ¿a qué costo? Los beneficios económicos a corto plazo no pueden justificar la destrucción de ecosistemas irremplazables y el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero. La desregulación ambiental impulsada por la administración Trump representa un paso atrás en los compromisos internacionales para combatir el cambio climático y socava el liderazgo de Estados Unidos en la agenda ambiental global.

En un mundo cada vez más consciente de la urgencia de proteger el medio ambiente, la decisión de abrir áreas protegidas a la explotación indiscriminada envía un mensaje peligroso. Un mensaje que prioriza la ganancia económica sobre la salud del planeta y el futuro de las generaciones venideras. Es hora de apostar por la preservación, la conservación y el desarrollo sostenible. Es hora de escuchar las voces de la ciencia, de las comunidades indígenas y de todos aquellos que defienden el derecho a un futuro con bosques sanos y un planeta habitable. El verdadero progreso no se mide en dólares, sino en la capacidad de preservar el patrimonio natural para las generaciones que nos seguirán. La responsabilidad es de todos.

Fuente: El Heraldo de México