
18 de julio de 2025 a las 04:55
Desvela los secretos de La Noria
Sumérgete en el corazón de Sinaloa, donde la historia y el misterio se entrelazan en un abrazo enigmático. A pocos kilómetros de la vibrante Mazatlán, yace La Noria, un pueblo fantasma que susurra secretos de un pasado glorioso y un presente envuelto en leyendas. No se trata solo de un conjunto de ruinas, sino de un portal a otra época, donde el tiempo parece haberse detenido en el eco de las norias que antaño irrigaban sus campos y alimentaban la sed de sus minas.
Fundada en el siglo XVII, La Noria floreció como un centro minero durante la época colonial y el Porfiriato. Imaginen el bullicio de comerciantes, el tintineo de las monedas, el afán de los mineros en busca de oro y plata. Haciendas opulentas, templos imponentes, escuelas y hasta una cárcel, hoy espectral, atestiguan un pasado vibrante que contrasta con la quietud actual. Pero la fortuna es volátil, y con la caída de los precios de los metales, La Noria se vació, dejando tras de sí un silencio preñado de historias.
No es solo el silencio lo que llena las calles empedradas. El aire vibra con los susurros de leyendas que se transmiten de generación en generación. La más conocida, la de "La Llorona de La Noria", evoca la tragedia de una madre que perdió a su hijo en un accidente minero. Su lamento desgarrador, dicen, se escucha en las noches de luna llena, cerca del antiguo pozo, un grito de dolor que resuena en la eternidad.
Otra figura enigmática, "El Charro Negro", acecha los caminos que rodean el pueblo. Ataviado con elegancia espectral, tienta a los forasteros con promesas de riquezas y tesoros. Pero cuidado, pocos regresan de su encuentro con este ser misterioso, que se cree es el alma en pena de un hacendado que pactó con el diablo para preservar su fortuna.
Incluso la antigua cárcel, con sus muros desgastados y su atmósfera opresiva, guarda sus propios fantasmas. Exploradores nocturnos relatan haber escuchado el arrastrar de cadenas y voces que susurran en la oscuridad. Se dice que el espíritu de un preso injustamente condenado aún clama justicia entre sus muros.
La Noria no es solo un destino turístico; es una experiencia. Caminar por sus calles desiertas, observar las fachadas desgastadas por el tiempo, sentir la brisa que lleva consigo los ecos del pasado, es conectar con una parte de México llena de magia y misterio. Los artesanos locales, con sus manos hábiles, mantienen viva la llama de la tradición, creando piezas únicas que capturan la esencia del lugar.
Visitar La Noria es una invitación a sumergirse en un mundo donde la realidad y la fantasía se funden. Es escuchar las voces del pasado que aún resuenan en el presente, es dejarse envolver por el misterio que impregna cada rincón, es una aventura que despertará tus sentidos y te dejará una huella imborrable. No esperes más, adéntrate en el corazón de La Noria y descubre los secretos que guarda este enigmático pueblo fantasma.
Fuente: El Heraldo de México