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18 de julio de 2025 a las 09:05

Adiós de Monreal... ¿En serio?

Ricardo Monreal, el eterno camaleón de la política mexicana, vuelve a agitar las aguas con su supuesta renuncia a la vida pública. Un anuncio que suena más a una jugada estratégica que a una decisión definitiva. ¿Acaso alguien cree que un político de su talla, curtido en mil batallas y con una red de poder tejida con la precisión de un artesano, se retirará así como así? Recordemos la anécdota de Porfirio Díaz y Manuel González: la incredulidad es la respuesta natural ante estas declaraciones. Monreal controla hilos invisibles en el tablero político, hilos que se extienden desde el Senado hasta las entrañas de Zacatecas, su bastión inexpugnable.

Su relación con Palacio Nacional, sin embargo, es otra historia. Una historia de desencuentros, recelos y agravios no olvidados. Claudia Sheinbaum no olvida las maniobras de Monreal en 2018, ni sus alianzas con la oposición para arrebatarle la joya de la corona: la Ciudad de México. Tampoco se olvidan los pactos con "Alito" Moreno, esos favores que se cobran en la oscuridad de la política.

La designación de Monreal como "corcholata" en 2024 fue una estrategia de contención, un intento de mantenerlo dentro del corral. Monreal jugó sus cartas, amagó con la rebelión, pero el chantaje no funcionó. Ahora, el verdadero termómetro de su poder se encuentra en Zacatecas, donde la sombra del nepotismo se cierne sobre su hermano, Saúl Monreal, a quien se le ha negado la posibilidad de contender por la gubernatura.

Pero no nos engañemos, Monreal no es de los que se rinden fácilmente. Mientras algunos hablan de su retiro, él trabaja en un plan B: un nuevo partido, una estructura paralela, una fuerza lista para desafiar a la 4T y a la propia Sheinbaum. Su supuesto retiro es una cortina de humo, una distracción mientras reagrupa sus fuerzas y mide el desgaste del obradorismo sin la figura omnipresente de AMLO.

En la política mexicana, los retiros son a menudo vacaciones tácticas, momentos de reflexión y reorganización antes de volver al ruedo. Monreal no se retira, se repliega, se prepara para la siguiente batalla. Y mientras tanto, en los pasillos del poder, otra sombra se alarga: la de Andy, el hijo incómodo que sigue moviendo los hilos en el gobierno. Su nombre se susurra en las dependencias federales, en los gobiernos locales. Funcionarios y asesores hablan de imposiciones, de lealtades, de la influencia silenciosa de un apellido que pesa más que cualquier cargo oficial. La historia de la política mexicana se escribe con la tinta de las familias, con los juegos de poder en la sombra, con los retiros que son solo el preludio de un nuevo acto. Y en este escenario, Ricardo Monreal, el eterno estratega, no piensa quedarse fuera de la función. El tiempo dirá si su "retiro" es el final de una carrera o el comienzo de una nueva jugada maestra.

Y como bien diría un viejo lobo de mar de la política: "En este juego, no hay jubilación, solo cambios de escenario".

Fuente: El Heraldo de México