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18 de julio de 2025 a las 09:15

¿4T: Justicia o revancha?

La visión de Bauman sobre el poder de las palabras, su capacidad para iluminar lo invisible y dar forma a nuestro entendimiento del mundo, resuena profundamente con la transformación que estamos presenciando en el sureste de México. Durante décadas, esta región, rica en cultura y recursos naturales, permaneció sumida en una desigualdad lacerante, un oscuro océano de olvido tejido por la indiferencia de gobiernos pasados. Las palabras, en aquellos tiempos, parecían incapaces de penetrar la densa niebla de la marginación. Se hablaba de desarrollo, de progreso, pero estas palabras se perdían en el vacío, sin traducirse en acciones concretas que impactaran la vida de las comunidades más vulnerables.

El neoliberalismo, con su enfoque en la maximización del beneficio individual, agudizó aún más estas disparidades. Se priorizó el crecimiento económico a costa del bienestar social, profundizando la brecha entre quienes tenían acceso a las oportunidades y quienes permanecían al margen. La deuda histórica con el sureste se convirtió en una pesada carga que las comunidades llevaban sobre sus hombros, un recordatorio constante de las promesas incumplidas y las esperanzas desvanecidas.

Hoy, con la Cuarta Transformación, las palabras de Bauman adquieren una nueva dimensión. Ya no se trata solo de iluminar la realidad, sino de transformarla. El Tren Maya, un proyecto de infraestructura sin precedentes, no es simplemente una obra de ingeniería; es la materialización de un compromiso con la justicia social, un faro de esperanza que ilumina el camino hacia un futuro más equitativo.

La reciente conferencia de prensa de la Presidenta Claudia Sheinbaum, en la que anunció la puesta en marcha del Tren Maya para pasajeros, es un testimonio del avance firme y decidido hacia la consolidación de este proyecto. La extensión de la red ferroviaria hasta Nogales, conectando todo el país, representa una visión estratégica para el desarrollo económico integral de México. No se trata solo de transportar personas y mercancías; se trata de integrar a las comunidades marginadas a la dinámica nacional, de generar empleos, de impulsar el turismo y de crear un círculo virtuoso de prosperidad.

El Programa Presupuestario K041, con sus metas y objetivos claramente definidos, demuestra la seriedad y el compromiso del gobierno con la transformación del sureste. La construcción y rehabilitación de infraestructura ferroviaria, la creación de estaciones y la colaboración interinstitucional son piezas clave de un engranaje que busca impulsar el crecimiento económico y turístico de la región. Cada kilómetro de vía férrea construido representa un paso adelante en la lucha contra la desigualdad, una victoria sobre la inercia del pasado.

Para los neoliberales y conservadores, cada avance del Tren Maya es una amarga constatación del fracaso de sus políticas. Para el pueblo, en cambio, es una dulce confirmación de que la Cuarta Transformación no es solo un discurso, sino una realidad palpable que está cambiando vidas. El Tren Maya es más que un tren; es un símbolo de la voluntad política para saldar la deuda histórica con el sureste, un testimonio del poder transformador de las palabras cuando se traducen en acciones concretas. Es, en definitiva, la promesa de un futuro mejor para las comunidades que durante tanto tiempo permanecieron en la oscuridad.

Fuente: El Heraldo de México