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17 de julio de 2025 a las 06:45
Novedades en el caso Tatiana Hernández: ¿Qué sabe su madre?
La angustia que carcome el alma de una madre se hace palpable en cada palabra, en cada silencio. Tres meses. Tres largos meses desde que la sonrisa de Tatiana Hernández se apagó, desde que su presencia se esfumó como el rocío bajo el sol implacable de Cartagena. Tres meses de una búsqueda incansable, de un peregrinar por las calles de la ciudad amurallada, con la esperanza aferrada al corazón como un último aliento. Y ahora, una luz tenue, una pista casi imperceptible, surge de entre las sombras: unas sandalias.
Parecería un detalle insignificante, un objeto perdido entre la inmensidad del caso. Pero para una madre, para la madre de Tatiana, cada detalle es un universo de posibilidades. Esas sandalias, encontradas abandonadas cerca de la avenida Santander, son ahora una pieza clave en el rompecabezas de su desaparición. No son simplemente calzado, son la huella tangible de su hija, el último vestigio de su presencia antes de que el misterio la engullera.
El relato de la amiga que las encontró resuena en la mente, cargado de una premonición inquietante: “Siento que Tatiana está viva, que está sufriendo”. Palabras que se clavan como espinas en el alma de la madre, alimentando al mismo tiempo la esperanza y el tormento. La imagen de su hija, cautiva en algún lugar desconocido, atormenta sus días y sus noches, convirtiendo cada minuto en una eternidad de incertidumbre.
La historia de Tatiana es un laberinto de preguntas sin respuesta. Salió del Hospital Naval de Bocagrande, donde realizaba sus prácticas, a las 4:30 pm del 13 de abril. Un turista, ajeno a la tragedia que se cernía, capturó con su celular la belleza del atardecer sobre la avenida Santander, sin saber que en ese mismo instante, el destino de Tatiana daba un giro irreversible.
La joven nunca regresó al hospital. La confusión inicial dio paso a la alarma, y la búsqueda comenzó. El rastreo del GPS de su celular condujo a un parque conocido como La Marina. Allí, junto a las sandalias, yacía el teléfono. Pero de Tatiana, ni rastro.
La madre, con la entereza que solo el amor de una madre puede otorgar, se aferra a la convicción de que su hija está viva. Descarta la posibilidad de una simple desaparición, y su intuición le susurra que hay algo más, algo oscuro y siniestro que se oculta tras los muros del silencio.
La inminente partida de Tatiana de regreso a Bogotá, tras finalizar sus prácticas en Cartagena, añade un nuevo matiz a la intriga. ¿Fue esta la razón de su desaparición? ¿Existía alguna amenaza que la obligó a permanecer en la ciudad? Las preguntas se acumulan, y la madre, incansable, sigue buscando respuestas, removiendo cielo y tierra para encontrar a su hija.
Las autoridades, por su parte, parecen haber perdido el rastro. La frustración de la familia crece con cada día que pasa, y la sombra de la impunidad amenaza con cernirse sobre el caso. Pero la madre de Tatiana no se rendirá. Su amor, su determinación, son más fuertes que cualquier obstáculo. Seguirá buscando, seguirá luchando, hasta que la verdad salga a la luz y Tatiana regrese a casa. Porque una madre nunca deja de buscar a su hijo, y la esperanza, aunque tenue, sigue brillando en la oscuridad.
Fuente: El Heraldo de México