
17 de julio de 2025 a las 10:00
Justicia a la danesa: ¿Un espejismo?
En Dinamarca, la protección de la identidad digital da un paso gigantesco. Imaginen un mundo donde tu voz, tu imagen, tu propia esencia digital, está blindada por la ley. Eso es precisamente lo que está sucediendo en Dinamarca con la nueva legislación que reconoce el derecho fundamental de cada ciudadano sobre su identidad digital. Esta iniciativa, impulsada por el Ministerio de Cultura danés, busca frenar la creciente amenaza de las "fake news" y los "deepfakes". Piensen en la capacidad de manipulación que ofrecen estas tecnologías: videos, audios e imágenes generados por Inteligencia Artificial que imitan a la perfección la apariencia y la voz de cualquier persona. Es como tener un clon digital, indistinguible del original. Y en Dinamarca, se han adelantado a este desafío, estableciendo un marco legal que protege a sus ciudadanos de la suplantación de identidad en el mundo digital.
Pero la legislación danesa no se limita a la protección. También establece un delicado equilibrio con la libertad de expresión. Se permite el uso de la imagen, la voz y otros atributos personales de figuras públicas, incluyendo políticos y miembros de la realeza, para la creación de sátiras, memes, parodias y cualquier tipo de contenido humorístico. La única condición es que se indique claramente que se trata de una creación artificial, generada mediante tecnología. De esta manera, se protege la libertad de expresión y se evita la ambigüedad que podría llevar a interpretaciones erróneas o a la censura. Dinamarca, con esta innovadora reforma, se posiciona a la vanguardia en la protección de los derechos de autor en la era digital, reconociendo a cada individuo como un ser único e irremplazable.
En contraste, la situación en México nos deja con un sabor amargo. Mientras en Dinamarca se construyen muros legales contra la manipulación digital, en México nos encontramos con casos como el del INE, que utilizó la voz del reconocido actor de doblaje Pepe Lavat, la voz de Goku para muchos, sin solicitar permiso ni pagar regalías a sus herederos. Un acto que no solo es legalmente cuestionable, sino que también demuestra una falta de respeto hacia el trabajo y el legado de un profesional. Y lo que es aún más preocupante, la respuesta del INE ante los reclamos fue, simplemente, "pues, denuncie". Una respuesta que no solo es indignante, sino que evidencia la falta de compromiso de la institución con la legalidad y la ética.
La ironía es aún mayor si consideramos que fueron los propios profesionales del doblaje, los actores, los músicos, los ilustradores, quienes han exigido al gobierno mexicano la creación de leyes que protejan sus derechos y sus fuentes de trabajo. Y es precisamente la autoridad, en este caso el INE, la que incurre en estas prácticas. Un ejemplo claro de la desconexión entre las necesidades del sector creativo y las acciones de las instituciones.
La viuda de Pepe Lavat, Gisela Casillas, también figura destacada del doblaje, es testigo de esta realidad. La voz de Lavat, que dio vida a personajes icónicos del cine como Robert De Niro y Harrison Ford, fue utilizada sin autorización, con el argumento de que se había obtenido de forma gratuita. Un argumento que no solo es falso, sino que también ignora la legislación internacional que protege los derechos de autor sobre la voz de una persona por 70 años, e incluso 100 años en México.
La comparación con Dinamarca resulta inevitable y dolorosa. Mientras un país se prepara para los desafíos de la era digital, protegiendo la identidad y la libertad de expresión de sus ciudadanos, otro se queda rezagado, permitiendo que las instituciones vulneren los derechos de los creadores y se escuden en la impunidad. El caso de Pepe Lavat y el INE es un llamado de atención urgente para que México se tome en serio la protección de los derechos de autor en la era digital y se sume a la vanguardia de la innovación legal, como lo ha hecho Dinamarca. No podemos permitir que la tecnología se convierta en una herramienta de abuso y que la voz de nuestros artistas sea silenciada por la falta de regulación y la indiferencia de las autoridades.
Fuente: El Heraldo de México