
17 de julio de 2025 a las 04:40
Juarenses a salvo tras rescate en Mazatlán
El pánico se apoderó de un grupo de juarenses que disfrutaban del sol y la arena de Mazatlán. Imaginen la escena: un día aparentemente perfecto en Playa Sábalo 2, risas, el sonido de las olas, la brisa marina… de pronto, la tranquilidad se rompe. Una fuerza invisible, pero poderosa, comienza a arrastrar a nueve personas mar adentro. Tres niños, con sus chillidos de terror ahogados por el rugido del océano. Dos adultos mayores, luchando con la desesperación de la edad contra la implacable corriente. El resto del grupo, paralizado por el miedo, viendo cómo el mar se traga poco a poco a sus seres queridos. Esa imagen idílica de vacaciones se transforma en una pesadilla en cuestión de segundos.
La corriente de resaca, ese enemigo silencioso que acecha bajo la superficie, los había atrapado en sus fauces. Un fenómeno natural, sí, pero no por ello menos peligroso. El agua, que momentos antes acariciaba la orilla con suavidad, ahora se convertía en un torrente implacable que los alejaba cada vez más de la seguridad de la playa. La fuerza de la naturaleza, en toda su crudeza, les recordaba su insignificancia ante su poder.
Afortunadamente, la rápida actuación del Escuadrón de Salvamento Acuático de la Policía Municipal evitó una tragedia. Como héroes anónimos, se lanzaron al rescate sin dudarlo. La radio se convirtió en su aliada, pidiendo refuerzos, coordinando la operación con la precisión de un reloj suizo. Salvavidas de hoteles cercanos, personal de la Estación Naval de Búsqueda, Rescate y Vigilancia Marítima (ENSAR), todos unidos en una carrera contra el tiempo.
La tensión se podía cortar con un cuchillo. Cada segundo era crucial. Las olas, implacables, seguían golpeando. Finalmente, con el equipo adecuado y la pericia de los rescatistas, lograron sacar del agua a los nueve turistas, uno a uno. El alivio se dibujó en los rostros de todos los presentes.
En la orilla, la escena era conmovedora. Los niños, aferrados a sus padres, sollozaban. Los adultos mayores, exhaustos, intentaban recuperar el aliento. El susto había sido tremendo. La cercanía de la muerte, una experiencia que jamás olvidarían. Afortunadamente, solo se trató de un susto. La atención médica en el lugar fue suficiente. No hubo necesidad de hospitalizaciones.
Este incidente nos recuerda la importancia de la prevención y el respeto al mar. Las corrientes de resaca son un peligro real, y aunque invisibles a simple vista, pueden ser letales. La señalización en las playas no es un adorno. Las banderas rojas no están ahí para arruinar la diversión, sino para proteger la vida. Escuchar las indicaciones de los salvavidas no es opcional, es una obligación.
Las vacaciones son para disfrutar, para relajarse, para crear recuerdos felices. Pero la seguridad debe ser siempre nuestra prioridad. Informémonos sobre los peligros potenciales de las playas que visitamos. Respetemos las señales, sigamos las recomendaciones de las autoridades y, sobre todo, nunca subestimemos el poder del mar. Un minuto de precaución puede evitar una tragedia. La historia de estos turistas juarenses es un recordatorio de ello. Un testimonio de que la diversión no debe estar reñida con la prudencia.
Fuente: El Heraldo de México