
18 de julio de 2025 a las 01:10
Hallazgo trágico en el Atoyac
La incertidumbre se cierne sobre la comunidad de Axuchitlán, en Tehuitzingo, Puebla, tras el macabro hallazgo de un cuerpo en avanzado estado de descomposición en las aguas del río Atoyac. El miércoles 16 de julio, la tranquilidad de la tarde se vio interrumpida por el descubrimiento, realizado por un grupo de estudiantes que transitaba por la zona. Imaginen la escena: jóvenes que, de pronto, se topan con la tragedia, la inesperada visión de un cuerpo flotando en el río, un recordatorio brutal de la fragilidad de la vida. La inmediatez de su reacción, llamando al número de emergencias 911, desencadenó una rápida respuesta de las autoridades.
La policía acordonó la zona, preservando la escena para que los peritos de la Fiscalía General del Estado (FGE) pudieran iniciar las diligencias correspondientes. El levantamiento del cuerpo, un procedimiento delicado y complejo, marcó el inicio de una investigación que busca desentrañar las circunstancias de este lamentable suceso. Los análisis forenses, cruciales en este tipo de casos, determinarán la causa de muerte y confirmarán la identidad del fallecido. Mientras tanto, la angustia y la especulación se apoderan de la comunidad.
Todo apunta a que el cuerpo podría ser el de Jesús González Mejía, un hombre de 48 años con discapacidad intelectual, epilepsia e impedimento del habla, reportado como desaparecido desde el 13 de julio en Cuayuca de Andrade, a unos 60 kilómetros del lugar del hallazgo. La coincidencia de las prendas que vestía el cadáver con la descripción del boletín de búsqueda emitido por la FGE – playera azul de manga corta, pantalones azul marino y huaraches color café – alimenta la hipótesis. Jesús, según el reporte, salió de su domicilio con destino a la casa de sus padres, pero nunca llegó. ¿Qué ocurrió en el trayecto? ¿Fue un accidente? ¿Un acto de violencia? Las preguntas sin respuesta atormentan a familiares y amigos, quienes se aferran a la esperanza de que no se trate de él.
La distancia entre Cuayuca de Andrade y Axuchitlán, donde fue encontrado el cuerpo, plantea interrogantes sobre cómo llegó hasta allí. La corriente del río Atoyac, conocida por su fuerza, podría haber arrastrado el cuerpo a lo largo de kilómetros, dificultando aún más la investigación. El avanzado estado de descomposición del cuerpo, producto del tiempo transcurrido en el agua, representa un desafío adicional para los forenses. La identificación plena y la determinación de la causa de muerte podrían demorar más de lo previsto, prolongando la agonía de la espera para los seres queridos de Jesús.
Las autoridades, por su parte, mantienen la cautela y se abstienen de confirmar la identidad del fallecido hasta que concluyan las investigaciones. Cada detalle, cada pista, será analizado minuciosamente para reconstruir los últimos momentos de la víctima y esclarecer las circunstancias de su muerte. Mientras tanto, la comunidad se une en solidaridad con la familia de Jesús González Mejía, compartiendo la angustia de la incertidumbre y la esperanza de que pronto se haga justicia. Cualquier información que pueda ayudar a esclarecer este caso es vital. Se insta a la población a comunicarse con la Fiscalía Especializada en Investigación de los Delitos de Desaparición Forzada de Personas y Desaparición Cometida por Particulares del Estado de Puebla si tienen algún dato relevante. El tiempo apremia y la colaboración ciudadana puede ser la clave para dar respuestas a las preguntas que hoy atormentan a la comunidad.
Fuente: El Heraldo de México