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18 de julio de 2025 a las 00:15

Gavito y Camil, al borde de la muerte

Imagínense la escena: el fervor del Mundial del 94, México jugando en Estados Unidos, la pasión desbordada en las calles. Arturo López Gavito, el implacable "Juez de Hierro", aún lejos de la fama televisiva, se encontraba inmerso en la vorágine del periodismo deportivo, cubriendo el evento para Grupo Imagen. Su misión: transmitir el vibrante ambiente de las calles, el latido de la afición. Junto a él, un joven Jaime Camil, en ese entonces reportero de "Radioactivo", con una energía contagiosa y, crucialmente, portando una camiseta de Brasil. Una decisión aparentemente inocua que se convertiría en la chispa de una experiencia aterradora.

El objetivo era el Ángel de la Independencia, el epicentro de las celebraciones mexicanas. La euforia se palpaba en el aire, la adrenalina corría a la par de la emoción del partido. Pero lo que esperaba a Gavito y Camil no era la alegría compartida, sino la furia desatada de una multitud enardecida. El simple hecho de que Camil llevara la camiseta de Brasil, en medio del fervor patriótico, fue interpretado como una provocación, un sacrilegio. En un instante, la atmósfera festiva se transformó en un torbellino de violencia.

Gavito recuerda con nitidez el terror que se apoderó de ellos. Empujones, insultos, una lluvia de lodo que los cubrió de pies a cabeza. La multitud, cegada por la ira, les arrebató sus pertenencias, incluyendo la desafortunada camiseta brasileña. No se trataba de un simple robo, era un acto de agresión, de racismo, como el propio Gavito lo describe. La sensación de vulnerabilidad, la certeza de que estaban a punto de ser linchados, quedó grabada a fuego en su memoria.

En medio del caos, un rayo de esperanza. Un líder de uno de los grupos de aficionados, quizás consciente de la injusticia que se estaba cometiendo, intervino con autoridad, dispersando a la turba enfurecida. Ese acto de valentía, en medio de la barbarie, les dio el tiempo suficiente para escapar, para correr por sus vidas. Lograron encontrar un teléfono y contactar con la radio, informando de lo sucedido, con la voz aún temblorosa por el miedo.

Esta anécdota, narrada años después por el propio Gavito en una entrevista con Heriberto Vázquez Muñoz para El Heraldo Radio, nos revela una faceta desconocida del "Juez de Hierro". Un hombre que, antes de la fama y el reconocimiento, se enfrentó a la violencia y el racismo en las calles, experimentando la fragilidad de la vida y el poder incontrolable de las masas. Una experiencia que, sin duda, lo marcó para siempre. Y nos recuerda, en tiempos de polarización y fanatismo, la importancia de la tolerancia, el respeto y la empatía.

Fuente: El Heraldo de México