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17 de julio de 2025 a las 09:30

Frena el Fentanilo: Trump endurece castigos.

La sombra del fentanilo continúa extendiéndose sobre Estados Unidos, dejando un rastro devastador de vidas truncadas. Casi 50,000 muertes por sobredosis en 2024, una cifra escalofriante que se suma al millón de estadounidenses que han perdido la batalla contra las drogas en las últimas dos décadas. Ante esta tragedia, la firma de la Ley HALT por parte del presidente Trump se presenta como un rayo de esperanza, una declaración de guerra contra los cárteles y traficantes que se lucran con el sufrimiento ajeno.

La nueva legislación, con su pena mínima de 10 años por tráfico de más de 100 gramos de fentanilo o sustancias análogas, busca asestar un golpe contundente a las redes criminales. No se trata solo de castigar, sino de disuadir, de enviar un mensaje claro de que el tráfico de esta droga letal no quedará impune. La presencia de familiares de víctimas durante la firma de la ley añade un componente emocional ineludible, un recordatorio palpable del costo humano de esta epidemia.

Sin embargo, la lucha contra el fentanilo es una batalla compleja, un juego del gato y el ratón en el que los cárteles buscan constantemente nuevas formas de eludir la ley. La modificación constante de la composición química del fentanilo y sus análogos representa un desafío para las autoridades, obligándolas a adaptar sus estrategias y a cerrar las lagunas legales que permiten a estas sustancias mortales infiltrarse en nuestras comunidades. La Ley HALT, al clasificar permanentemente las imitaciones ilícitas de fentanilo en la lista 1, busca precisamente anticiparse a estas mutaciones y bloquear el camino a nuevas variantes.

La mención del carfentanilo por parte del presidente Trump subraya la gravedad de la situación. Un opioide sintético 10,000 veces más potente que la morfina, capaz de matar con una dosis mínima, es una muestra aterradora del poder destructivo de estas sustancias. Su creciente presencia en el mercado negro es una señal de alarma que exige una respuesta contundente y coordinada.

Es crucial recordar que la actual crisis de opiáceos tiene raíces profundas, que se remontan a la década de 1990 y la comercialización masiva de analgésicos de venta con receta. Este legado de sobreprescripción y dependencia ha creado un terreno fértil para el fentanilo y otros opioides sintéticos, que llenan el vacío dejado por los medicamentos recetados y atrapan a miles en un ciclo de adicción y desesperación.

La Ley HALT es un paso importante, pero no es la solución definitiva. Se necesita una estrategia integral que aborde las causas subyacentes de la epidemia, que combine la aplicación de la ley con la prevención, el tratamiento y la educación. Es una tarea que requiere la colaboración de todos los sectores de la sociedad, desde las autoridades sanitarias hasta las comunidades locales, pasando por las familias y los individuos. Solo así podremos frenar la marea del fentanilo y construir un futuro libre de su sombra mortal. La esperanza reside en la acción conjunta, en la determinación de no permitir que más vidas se pierdan en esta trágica epidemia.

Fuente: El Heraldo de México