
Inicio > Noticias > Política Internacional
17 de julio de 2025 a las 09:15
El enigma Trump: ¿Política o caos?
La volatilidad en la política exterior de la administración Trump se ha manifestado una vez más con un giro dramático en su postura frente al conflicto en Ucrania. Hace apenas cinco meses, el presidente Zelenskyy era humillado públicamente por Trump, acusado de ingratitud e irresponsabilidad, mientras Washington, en aparente sintonía con Putin, amenazaba con retirar su apoyo militar. Hoy, el escenario es radicalmente distinto: Trump renueva la ayuda a Kiev, lanza un ultimátum a Putin y, según fuentes del Consejo de Seguridad Nacional, incluso ha sondeado la posibilidad de que Ucrania ataque Moscú o San Petersburgo. Este cambio abrupto, lejos de representar una estrategia coherente, revela la naturaleza transaccional y cortoplacista de la política exterior de Trump, priorizando resultados inmediatos y victorias mediáticas por encima de una visión a largo plazo.
La inconsistencia de Trump no se limita al conflicto ucraniano. Su postura frente a la OTAN ha oscilado entre la crítica feroz, tachándola de obsoleta y amenazando con abandonarla, y la celebración de acuerdos de inversión en defensa como triunfos personales. Esta impredecibilidad, unida a la priorización de los intereses nacionales por encima de los compromisos internacionales, configura un nuevo paradigma en las relaciones globales, donde la incertidumbre se convierte en la única constante.
Si bien el cambio de postura de Trump beneficia a Ucrania en el corto plazo, la fragilidad de estas circunstancias es evidente. La misma vehemencia con la que hoy amenaza a Putin podría transformarse mañana en elogios si la conveniencia política así lo dicta. Esta falta de una visión estratégica a largo plazo convierte cada decisión en una apuesta arriesgada, cada alianza en un activo negociable y cada compromiso internacional en una herramienta de presión.
La búsqueda de un acuerdo de paz en Ucrania es, sin duda, una prioridad para Estados Unidos. Sin embargo, la imprevisibilidad de Trump impide vislumbrar el camino que tomará la administración y, mucho menos, el desenlace del conflicto. Esta incertidumbre se extiende a todas las esferas de la política exterior estadounidense, convirtiendo las relaciones internacionales en un juego de azar donde la única certeza es la volatilidad del presidente.
Ante este panorama, la comunidad internacional debe ser consciente de que, bajo la administración Trump, no existen aliados permanentes, solo intereses inmediatos. La impredecibilidad se ha convertido en la norma, obligando a los demás actores globales a navegar en un mar de incertidumbre donde las alianzas son efímeras y las promesas pueden desvanecerse con la misma rapidez con la que se formulan. La constante renegociación de las relaciones internacionales, impulsada por la búsqueda de beneficios a corto plazo, define la era Trump, dejando a su paso un legado de inestabilidad y desconfianza en el escenario global. La diplomacia tradicional se ve reemplazada por un pragmatismo extremo donde la lealtad y los principios ceden terreno a la conveniencia del momento. Este nuevo orden mundial, marcado por la incertidumbre y la volatilidad, presenta desafíos sin precedentes para la comunidad internacional, obligándola a adaptarse a un juego diplomático donde las reglas cambian constantemente.
Fuente: El Heraldo de México