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17 de julio de 2025 a las 09:30
Clones de voz: ¿regular o no?
La irrupción de la inteligencia artificial en la creación de voces sintéticas ha abierto un debate crucial en México, poniendo en jaque a la industria del doblaje y la locución. El reciente caso del INE, utilizando una voz similar a la del fallecido actor Pepe Lavat, ha destapado la caja de Pandora: ¿a quién pertenece la voz? ¿Es un bien intangible que debe ser protegido por la ley?
La postura de la Asociación Nacional de Actores es contundente: la voz es patrimonio, especialmente para quienes la convierten en su sustento. Imaginen la angustia de los actores de doblaje, quienes han dedicado años a perfeccionar su instrumento, viendo cómo su voz, su sello distintivo, puede ser replicada artificialmente sin su consentimiento. Es como si un pintor viera sus obras reproducidas en masa sin recibir un solo peso. No se trata solo de una cuestión económica, sino del reconocimiento a su trabajo, a su talento, a su identidad artística.
El argumento del INE, amparándose en la falta de una regulación específica, resulta insuficiente. Si bien es cierto que la tecnología avanza a pasos agigantados, no podemos permitir que la innovación se convierta en un pretexto para vulnerar los derechos de los profesionales. La ausencia de una ley no legitima el uso indiscriminado de la voz sintetizada, especialmente cuando imita a figuras reconocidas, ya sea con fines comerciales o institucionales.
El caso de Pepe Lavat es emblemático. Su voz, cálida y reconocible, formó parte del imaginario colectivo de generaciones. Usarla sin autorización, aunque sea a través de una recreación digital, es una falta de respeto a su memoria y a su legado artístico. ¿Qué pasaría si mañana cualquier empresa pudiera utilizar la voz de María Félix para anunciar un producto sin el consentimiento de sus herederos? El escenario es preocupante, por decir lo menos.
México, reconocido mundialmente por la calidad de sus actores de doblaje, no puede quedarse atrás en la protección de este valioso capital humano. Miles de familias dependen de esta industria, que va más allá del simple entretenimiento. El doblaje es un arte, una profesión que requiere talento, formación y una dedicación constante. No podemos permitir que la inteligencia artificial se convierta en una amenaza para su supervivencia.
Es urgente que el Congreso mexicano tome cartas en el asunto y legisle para proteger la voz como un dato biométrico sensible. La creatividad y la innovación no deben estar reñidas con la ética y el respeto a los derechos de los profesionales. Este caso del INE debe ser el punto de inflexión, el catalizador para una reforma que blinde la voz y garantice que su uso, ya sea real o sintético, se realice con transparencia y consentimiento. De no hacerlo, estaríamos no solo poniendo en riesgo una industria vital para la cultura mexicana, sino también sentando un precedente peligroso para el futuro de los derechos de autor en la era digital. El tiempo apremia, y la voz de los actores de doblaje necesita ser escuchada, ahora más que nunca.
Fuente: El Heraldo de México