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17 de julio de 2025 a las 03:55

Alerta: Plaga amenaza ganadería en Chiapas

La alarma se extiende por Chiapas. La sombra del gusano barrenador, la Cochliomyia hominivorax, se alarga y oscurece el panorama ganadero y, ahora, también preocupa la salud pública. De las reses, su impacto se ha propagado a perros, cerdos y equinos, saltando las vallas de los ranchos y adentrándose en áreas de conservación como la Reserva Ecológica El Ocote, un tesoro natural en la frontera con Oaxaca. Imaginen la escena: Cintalapa, un municipio con una fuerte tradición ganadera, ahora enfrenta una amenaza invisible que carcome el bienestar de sus animales.

Más de 55 ranchos, en tan solo tres semanas, reportaron la presencia del voraz gusano en sus bovinos. Y la pesadilla no termina ahí. El recuento de afectados suma, según los propios productores, al menos 40 nuevos casos en otras especies. La angustia se palpa en el aire, se respira en cada establo, en cada corral. Ante la aparente falta de respuesta institucional inmediata, la desesperación impulsa a los ganaderos a tomar las riendas de la situación. Polvos larvicidas, cicatrizantes, remedios caseros… un arsenal improvisado con resultados, lamentablemente, limitados. La angustia crece, alimentada por la incertidumbre: ¿hasta dónde llegará esta plaga? ¿Lograrán contenerla antes de que alcance el corazón de la reserva ecológica?

La emergencia sanitaria se complica aún más con la especulación. El precio de los medicamentos veterinarios se ha disparado en las plataformas digitales, duplicando su valor y asestando un golpe bajo a los pequeños productores, quienes ven cómo sus recursos se agotan en una lucha desigual. Este brote ha tomado por sorpresa incluso a los más experimentados, quienes lo comparan con el impacto inicial de la pandemia de COVID-19, un fantasma que aún persigue al mundo. La sensación de impotencia, el miedo a lo desconocido, se repite.

Desde el campo, se alza un clamor unánime. Ganaderos y veterinarios, unidos por la urgencia, dirigen su mirada al SENASICA y a las autoridades estatales, exigiendo acciones concretas. Control, vigilancia y apoyo económico son las tres palabras clave que resuenan con fuerza en esta crisis zoosanitaria. No se trata solo de proteger al ganado, se trata de salvaguardar el patrimonio de familias, de preservar el equilibrio ecológico de la región.

Recordemos la naturaleza de esta amenaza. El gusano barrenador, en su forma larvaria, es un enemigo silencioso y letal. A diferencia de otras larvas que se alimentan de materia en descomposición, este parásito busca la vida, la carne viva. Se instala en las heridas de los animales, se alimenta de sus tejidos, causando un dolor insoportable y lesiones que, sin un tratamiento oportuno, pueden ser fatales. El ganado bovino es su víctima predilecta, pero ninguna especie de sangre caliente está a salvo, incluyendo al ser humano. El calor y la humedad de Chiapas crean el ambiente perfecto para su proliferación.

La imagen es desoladora: animales con heridas inflamadas, secreciones fétidas, pérdida de peso… un testimonio del sufrimiento que esta plaga inflige. El control requiere un esfuerzo conjunto y coordinado: vigilancia constante, tratamientos veterinarios con larvicidas, limpieza meticulosa de las heridas e, incluso, cirugía en los casos más graves. Las consecuencias económicas para la ganadería y las implicaciones para la salud pública son alarmantes.

En México, el gusano barrenador se consideraba erradicado en gran parte del territorio gracias a programas sanitarios implementados con éxito. Su reaparición en Chiapas es una señal de alerta que no podemos ignorar. Las autoridades sanitarias instan a reforzar las medidas de prevención, control y monitoreo. La lucha contra el gusano barrenador es una batalla por la vida, por la salud, por el futuro de la región. No podemos bajar la guardia.

Fuente: El Heraldo de México