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16 de julio de 2025 a las 23:00

Vitamina D: ¿Afecta tu presión arterial?

La vitamina D, ese nutriente que a menudo asociamos con el sol y la salud ósea, juega un papel mucho más complejo en nuestro organismo de lo que imaginamos. Su influencia se extiende a áreas cruciales como la salud cardiovascular, impactando directamente en la presión arterial. Si bien la relación entre la vitamina D y la presión arterial es un tema aún en investigación, los indicios apuntan a una conexión significativa.

Imaginemos nuestras arterias como autopistas por donde circula la sangre. Cuando los niveles de vitamina D son bajos, estas "autopistas" pueden volverse rígidas, dificultando el flujo sanguíneo y aumentando la presión. Es como si el tráfico se congestionara porque las vías se estrechan. Esta rigidez arterial, a largo plazo, incrementa el riesgo de hipertensión, una condición silenciosa que puede desencadenar graves problemas de salud como enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares e incluso insuficiencia renal.

Diversos estudios sugieren que la suplementación con vitamina D podría ser beneficiosa para personas con hipertensión y deficiencia de esta vitamina. Sin embargo, es crucial entender que no se trata de una solución mágica. La suplementación debe ser parte de un enfoque integral que incluya una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras y baja en sodio, ejercicio regular y, si es necesario, medicación prescrita por un profesional. Pensar que una simple pastilla de vitamina D resolverá todos los problemas de presión arterial es un error.

La clave está en el equilibrio. Así como la deficiencia de vitamina D puede ser perjudicial, el exceso también puede tener consecuencias negativas. Consumir dosis elevadas de suplementos de vitamina D sin supervisión médica puede provocar hipercalcemia, una condición que se caracteriza por niveles excesivos de calcio en la sangre. Esta alteración puede manifestarse con síntomas como náuseas, vómitos, debilidad muscular, confusión e incluso problemas renales.

Por lo tanto, antes de recurrir a la suplementación con vitamina D, es fundamental consultar con un médico. Un análisis de sangre permitirá determinar si existe una deficiencia real y, en caso afirmativo, el profesional podrá indicar la dosis adecuada y segura. Automedicarse con vitamina D, basándose en información de internet o recomendaciones de amigos, puede ser contraproducente. La salud es un asunto individual y requiere un enfoque personalizado.

Además de la suplementación, existen otras maneras de obtener vitamina D. La exposición al sol, con la debida protección, es una fuente natural de esta vitamina. También podemos encontrarla en alimentos como el pescado graso (salmón, atún, sardinas), los huevos, los lácteos fortificados y algunos cereales. Incorporar estos alimentos a nuestra dieta, junto con un estilo de vida saludable, contribuye a mantener niveles óptimos de vitamina D y a proteger nuestra salud cardiovascular.

En resumen, la vitamina D juega un papel importante en la regulación de la presión arterial. Si bien la suplementación puede ser beneficiosa en casos de deficiencia, es esencial hacerlo bajo supervisión médica y como parte de un plan integral que incluya una dieta saludable y ejercicio regular. No olvidemos que la prevención y el cuidado integral son la mejor estrategia para mantener una buena salud cardiovascular a largo plazo.

Fuente: El Heraldo de México