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16 de julio de 2025 a las 09:35
Sueños hechos palabras
En la penumbra del olvido, donde los ecos del pasado se desvanecen como suspiros, reside una fuerza intangible que moldea los destinos: el amor. Un sentimiento tan antiguo como el tiempo mismo, capaz de tejer la más hermosa de las poesías o de desatar la tempestad más furiosa. Como un faro en la noche, guía a los navegantes extraviados en el mar de la existencia, ofreciéndoles un puerto seguro en medio de la incertidumbre.
Recordemos a aquellos amantes, náufragos de la razón, perdidos en la inmensidad de su pasión. Como astillas de estrellas, desprendidas de constelaciones ignotas, arden con la intensidad de mil soles, iluminando el firmamento con su fulgor. Ajenos al juicio de los dioses, se entregan al delirio de los sentidos, desafiando las leyes del tiempo y del espacio.
Sus cuerpos, convertidos en lienzos donde el deseo plasma sus trazos, son testimonio de la fuerza incontenible que los une. Cada caricia, un verso susurrado al oído del universo; cada beso, una promesa sellada con el fuego eterno del amor. En sus abrazos encuentran refugio de las tormentas, y en sus miradas, la promesa de un nuevo amanecer.
Pero, como las olas que besan la arena, el amor también puede ser efímero. La espuma del deseo, tras su efervescencia inicial, puede desvanecerse, dejando tras de sí la melancolía de lo perdido. Es entonces cuando los amantes, como navegantes sin rumbo, se aferran al recuerdo de la pasión, buscando en la memoria el calor que ya no les acompaña.
Sin embargo, aún en la ausencia, el amor perdura. Como una semilla sembrada en la tierra fértil del corazón, germina en silencio, nutriéndose de la nostalgia y la esperanza. Y aunque el tiempo pueda borrar las huellas de la pasión, la esencia del amor permanece, transformándose en un susurro que acompaña a los amantes en su viaje por la vida.
Es en esos momentos de quietud, cuando el silencio se convierte en confidente, que los amantes descubren la verdadera naturaleza de su vínculo. Un amor que trasciende lo físico, que se nutre de la complicidad y la comprensión, y que se fortalece con el paso del tiempo, como el roble que resiste las embestidas de la tormenta.
Así, como las estrellas que guían a los marineros en la oscuridad, el amor ilumina el camino de los amantes, ofreciéndoles la promesa de un futuro donde la pasión y la ternura se entrelazan, creando una melodía que resuena en la eternidad. Una melodía que nos recuerda que, a pesar de las adversidades, el amor siempre encuentra la forma de florecer, como una flor que se abre paso entre las grietas del asfalto, testimoniando la fuerza indomable de la vida.
Fuente: El Heraldo de México