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16 de julio de 2025 a las 09:25
Incertidumbre Fronteriza: ¿México y EEUU en la Encrucijada?
La dependencia económica de México respecto a Estados Unidos, forjada durante tres décadas bajo el amparo del TLCAN y ahora el T-MEC, nos ha colocado en una situación vulnerable. Si bien el acceso preferencial al mercado estadounidense se mantiene, la dinámica bilateral se ha complejizado. Ya no basta con la proximidad geográfica. La administración estadounidense actual, y probablemente las futuras, condicionan el intercambio comercial a la cooperación en materia de seguridad y migración, temas que ahora dominan la agenda bilateral. Este enfoque transaccional, donde el acceso al mercado se utiliza como herramienta de presión, exige una respuesta estratégica por parte de México.
El "Plan México", con su apuesta por la atracción de inversión a parques industriales, se presenta como una posible solución, una vía para impulsar el desarrollo regional y capitalizar el nearshoring. Sin embargo, la realidad es que este plan, con sus proyectos dispersos y reglas poco claras, se queda corto. Más aún, la ventana de oportunidad del nearshoring, ese breve momento en que la relocalización de empresas parecía una promesa segura, se está cerrando rápidamente. La competencia global es feroz y otros países, con estrategias más definidas y una mayor capacidad de adaptación, están captando las inversiones que México aspiraba a atraer.
La coyuntura internacional, marcada por la incertidumbre y la volatilidad, exige una revisión profunda de nuestra política exterior. En los últimos años, México se ha marginado del escenario global, abandonando foros multilaterales y descuidando relaciones estratégicas clave. Mientras otras economías emergentes, como las que conforman el BRICS, se posicionan como actores relevantes en la reconfiguración del orden mundial, México permanece a la sombra, perdiendo influencia y oportunidades.
Es imperativo que México recupere su protagonismo en la escena internacional. Necesitamos reconstruir nuestra capacidad de diálogo, forjar alianzas estratégicas y, sobre todo, articular una visión propia de desarrollo, una visión que trascienda la simple reacción a las presiones externas. No podemos seguir siendo meros receptores de la agenda estadounidense. Debemos definir la nuestra, basada en nuestros propios intereses y en una estrategia de largo plazo que nos permita navegar con éxito en un mundo cada vez más complejo e interconectado.
La cercanía con Estados Unidos ya no es una garantía de prosperidad. Es hora de apostar por la diversificación, la innovación y la construcción de un Estado más sólido y con mayor presencia en el escenario internacional. El futuro de México depende de nuestra capacidad para adaptarnos a los nuevos desafíos y construir un camino propio hacia el desarrollo sostenible. No podemos perder más tiempo.
Fuente: El Heraldo de México