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16 de julio de 2025 a las 09:30

El juego político de Trump y Ebrard

El incesante juego de tensiones entre México y Estados Unidos, orquestado por la figura impredecible de Donald Trump, se ha convertido en un escenario peculiar donde la política interna mexicana encuentra un espacio de desarrollo estratégico. Cada amenaza arancelaria, cada exabrupto relacionado con la migración o el fentanilo, no solo pone a prueba la diplomacia mexicana, sino que también, de manera sutil, impulsa la visibilidad de ciertas figuras políticas, como la del canciller Marcelo Ebrard. Si bien el 2030 aún se vislumbra lejano en el horizonte político, la constante exposición mediática derivada de estos encontronazos con el vecino del norte, se configura como una plataforma invaluable para quienes aspiran a ocupar la silla presidencial. Ebrard, navegando hábilmente en estas aguas turbulentas, se posiciona como un actor clave en la gestión de la relación bilateral, acumulando experiencia y capital político en el proceso.

Este escenario, sin embargo, no beneficia únicamente al canciller. La aprobación de la estrategia de la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, frente a las provocaciones de Trump, refuerza su imagen como una líder capaz de manejar situaciones complejas con serenidad y firmeza. A la par, la figura de Juan Ramón de la Fuente, embajador de México ante la ONU, se consolida con discreción pero con eficacia. Su moderación y experiencia diplomática lo convierten en un activo valioso para el gobierno mexicano en estos tiempos de incertidumbre, sumando puntos a su favor en el tablero político nacional.

Más allá del ruido mediático generado por las bravuatas trumpistas, se percibe un trasfondo de respeto y reconocimiento hacia la figura de Sheinbaum y el equipo que la rodea, incluyendo al propio Ebrard, al embajador Esteban Moctezuma y al canciller. Esta apreciación, proveniente de fuentes cercanas a la clase política estadounidense conocedora de la relación bilateral, sugiere que la retórica incendiaria de Trump podría ser, en parte, una estrategia calculada.

El reciente anuncio de un arancel del 17% al jitomate mexicano, que pone en jaque el acuerdo de 1996, se presenta como un nuevo desafío para la diplomacia mexicana. Ebrard y De la Fuente, con su experiencia y habilidad negociadora, serán puestos a prueba una vez más. Sin embargo, existe la creencia de que esta medida arancelaria podría afectar más a los consumidores estadounidenses que a los productores mexicanos, lo que eventualmente forzaría una rectificación por parte del gobierno estadounidense. Este episodio, como muchos otros en la compleja relación bilateral, se desarrolla en un terreno de incertidumbre, donde la política interna de ambos países se entrelaza con los intereses económicos y las estrategias de poder. El tiempo dirá si este nuevo arancel se concreta y cuáles serán sus consecuencias tanto para la economía como para el escenario político de ambos países. La atención se centra ahora en las negociaciones y en la capacidad de México para defender sus intereses frente a las presiones de su vecino del norte.

La relación México-Estados Unidos, marcada por la volatilidad y la interdependencia, continúa siendo un tema de gran relevancia para ambos países. El futuro de esta relación, en el contexto de las próximas elecciones en Estados Unidos y la evolución del panorama político mexicano, se presenta como un enigma lleno de incertidumbres y desafíos.

Fuente: El Heraldo de México