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16 de julio de 2025 a las 17:15

Descubren galaxia infinita: ¿El fin de los agujeros negros?

En las profundidades del cosmos, donde la luz de estrellas antiguas apenas llega a nuestros instrumentos, el Telescopio Espacial James Webb ha desvelado un espectáculo cósmico de singular belleza y profunda importancia científica: la "Galaxia del Infinito". Esta estructura, cuyo nombre evoca la vastedad y el misterio del universo, se presenta ante nuestros ojos como dos anillos de luz entrelazados, un abrazo galáctico que nos ofrece pistas cruciales sobre la formación de los agujeros negros supermasivos.

Imaginen la escena: dos galaxias espirales, similares a nuestra Vía Láctea, en un ballet cósmico que culmina en una fusión titánica. Este evento, aunque relativamente frecuente en la inmensidad del espacio, rara vez se observa con la nitidez y el detalle que nos proporciona el James Webb. Los dos núcleos galácticos, brillantes y rojizos, se muestran rodeados por anillos luminosos de estrellas recién formadas, un testimonio del violento encuentro y la reorganización de la materia. La forma resultante, semejante al símbolo del infinito, no solo es visualmente impactante, sino que también encierra un secreto en su corazón.

En el centro de esta danza galáctica, los astrónomos sospechan la presencia de un agujero negro supermasivo en plena gestación. Este coloso cósmico, aún joven en términos astronómicos, se alimenta de la inmensa nube de gas y polvo comprimida por la colisión. Su estudio representa una oportunidad única para comprender el origen de estos objetos enigmáticos, cuya masa puede superar millones, incluso miles de millones de veces, la de nuestro Sol.

La teoría tradicional sobre la formación de agujeros negros supermasivos propone una acumulación gradual de materia, un proceso lento y constante que se extiende a lo largo de eones. Sin embargo, esta explicación no concuerda con la existencia de agujeros negros supermasivos en las primeras etapas del universo, poco después del Big Bang. Aquí es donde entra en juego la hipótesis del colapso directo: bajo ciertas condiciones extremas, como las presentes en la colisión de galaxias, enormes nubes de gas pueden colapsar sobre sí mismas directamente, dando lugar a un agujero negro supermasivo en un periodo de tiempo considerablemente menor.

La Galaxia del Infinito se presenta como un ejemplo tangible de este proceso. La colisión galáctica habría generado la presión necesaria para comprimir el gas y provocar el colapso gravitacional, dando origen al agujero negro supermasivo que ahora reside en su centro. Este descubrimiento, posible gracias a la capacidad del James Webb para observar el universo en el espectro infrarrojo, nos permite vislumbrar un momento crucial en la evolución cósmica.

El programa de observación JADES (JWST Advanced Deep Extragalactic Survey), responsable de este hallazgo, se centra en la investigación de las primeras galaxias y la formación de las estructuras cósmicas. La Galaxia del Infinito es solo una de las muchas maravillas que el James Webb está revelando, abriendo nuevas ventanas al pasado y proporcionando valiosa información sobre los procesos que dieron forma al universo que conocemos.

El análisis detallado de los datos recopilados por el telescopio continúa, y se espera que en los próximos meses se publiquen estudios más exhaustivos que confirmen y amplíen los resultados preliminares. Mientras tanto, la imagen de la Galaxia del Infinito nos invita a contemplar la inmensidad y la complejidad del cosmos, recordándonos que aún queda mucho por descubrir en los confines del espacio y del tiempo. Este descubrimiento no solo nos acerca a la comprensión de los agujeros negros supermasivos, sino que también nos impulsa a seguir explorando, a seguir preguntándonos, a seguir desentrañando los misterios que se esconden en la oscuridad del universo.

Fuente: El Heraldo de México