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16 de julio de 2025 a las 09:20

Aranceles: ¿Guerra comercial o estrategia?

La sombra de los aranceles vuelve a cernirse sobre las relaciones comerciales entre México y Estados Unidos. El anuncio de un posible arancel del 30% a las exportaciones mexicanas, atribuido a Donald Trump, resuena con ecos de una estrategia ya conocida: la utilización de la presión comercial como herramienta política. No se trata simplemente de un forcejeo económico, sino de una táctica que busca influir en temas tan sensibles como la lucha contra el narcotráfico y el flujo de fentanilo.

Si bien aún no existe confirmación oficial, diversas fuentes apuntan a una lista de supuestas violaciones al T-MEC (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá) como justificación para esta medida. A esto se suman las peticiones de extradición por parte del gobierno estadounidense, un tema que ha generado una ola de especulaciones y versiones encontradas. Se habla de cientos de nombres, la mayoría presuntamente vinculados a actividades delictivas, aunque la falta de transparencia alimenta la incertidumbre y abre la puerta a conjeturas sobre la inclusión de figuras de otros ámbitos. La precisión en este punto se vuelve crucial, dada la sensibilidad del tema y la histórica reticencia de México a extraditar a sus ciudadanos.

Esta no sería la primera vez que Trump utiliza los aranceles como instrumento de presión más allá del ámbito puramente comercial. Su amenaza de imponer aranceles del 100% a países que comercian con Rusia, en un intento por forzar negociaciones en el conflicto con Ucrania, ilustra claramente esta tendencia. Recordemos también el caso de Brasil, donde Trump amenazó con "castigos" arancelarios tras el asalto al Capitolio en Brasilia, atribuyendo la responsabilidad al expresidente Jair Bolsonaro. Estos ejemplos revelan un patrón en la estrategia de Trump: el uso del poder económico para alcanzar objetivos geopolíticos.

La situación se complica aún más al considerar el historial de Trump en materia de acuerdos comerciales. Lejos de las promesas iniciales, sus logros en este ámbito han sido limitados. En el caso específico de México, persisten desacuerdos en sectores clave como la energía y la agroindustria, lo que añade un nuevo nivel de complejidad a la ecuación. Las recientes cartas enviadas por Trump a sus contrapartes mexicanas parecen confirmar esta postura, exigiendo mayores esfuerzos en la seguridad fronteriza y dejando claro que, desde su perspectiva, nada de lo que haga México será "suficiente".

En este contexto, la incertidumbre se convierte en la protagonista. La falta de información oficial, combinada con el historial de Trump y la delicada situación geopolítica actual, crea un escenario de alta tensión. ¿Se trata de una estrategia negociadora? ¿Una muestra de fuerza? ¿O simplemente una nueva manifestación de la política exterior impredecible que ha caracterizado la trayectoria de Trump? El tiempo lo dirá. Lo que es cierto es que las implicaciones para México son significativas, y la respuesta del gobierno mexicano será determinante para el futuro de la relación bilateral. El tablero está puesto, y las fichas se mueven en un juego de alto riesgo donde la economía y la política se entrelazan de forma inextricable.

Mientras tanto, la expectativa crece y el mundo observa con atención el desarrollo de esta nueva partida en el complejo ajedrez geopolítico. ¿Logrará Trump su objetivo? ¿O México encontrará la manera de sortear esta nueva amenaza? El futuro de las relaciones comerciales entre ambos países pende de un hilo, y la respuesta a estas preguntas definirá el rumbo de una relación históricamente compleja y llena de desafíos.

Fuente: El Heraldo de México