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16 de julio de 2025 a las 04:15

Alerta: Pez Diablo ¿Llega a tu estado?

La sombra del pez diablo se extiende sobre las aguas mexicanas, un espectro invasor que amenaza con desequilibrar ecosistemas y devastar economías locales. Desde las costas veracruzanas hasta las lagunas quintanarroenses, pasando por los ríos de Nuevo León, la presencia de este voraz pez, conocido también como plecostomus o pleco, se ha convertido en una pesadilla para pescadores y un desafío para las autoridades ambientales.

Imaginen la escena: en Veracruz, las redes de los pescadores, en lugar de llenarse de mojarras y camarones, se ven abarrotadas por cientos de peces diablo, criaturas acorazadas e inútiles para el comercio. En ríos como el Coatzacoalcos, el Jaltepec y el Chiquito, la historia se repite: el pez diablo reina, desplazando a las especies nativas y dejando a su paso un rastro de desolación. En "El Tortuguero", la cifra es alarmante: 1,500 ejemplares capturados diariamente, un testimonio de la magnitud de la invasión, un ejército de espinas que termina desechado, representando no solo una pérdida ecológica, sino también un esfuerzo inútil para quienes dependen de la pesca.

La situación no es menos preocupante en Nuevo León. El Río Ramos, en Montemorelos, y la presa El Cuchillo, en China, se han convertido en nuevos escenarios de esta silenciosa conquista. La imagen de grupos de peces diablo fuera del agua, aparentemente muertos, es un espejismo engañoso. No se trata de una victoria, sino de una muestra de su increíble resistencia, de su capacidad para sobrevivir en condiciones extremas y expandirse a territorios antes impensables. Es una señal de alerta, un recordatorio de la tenacidad de esta especie invasora.

Ante este panorama desolador, las autoridades no se han quedado de brazos cruzados. En Quintana Roo, la Laguna de Bacalar, joya de la biodiversidad, se ha convertido en un campo de batalla. En febrero pasado, se formó la primera brigada de captura e investigación del pez diablo, una iniciativa que busca comprender y controlar la expansión de esta plaga. Es una carrera contra el tiempo, una lucha por preservar la riqueza natural de este ecosistema único.

Pero, ¿cómo llegó este pez sudamericano a convertirse en una amenaza para México? La respuesta se encuentra en el comercio de peces ornamentales. Introducido como una especie exótica para acuarios, el plecostomus encontró en las aguas mexicanas un paraíso sin depredadores naturales. Su capacidad de adaptación, su voraz apetito y su asombrosa resistencia lo han convertido en un conquistador silencioso, una plaga que se extiende sin control.

El impacto del pez diablo va más allá de la competencia por alimento y espacio. Este depredador consume los huevos de especies nativas, como la mojarra y el camarón, condenando a estas poblaciones a una lenta decadencia. Sus duras escamas y espinas desgarran las redes de los pescadores, incrementando los costos y agravando la crisis económica en las comunidades que dependen de la pesca.

La lucha contra el pez diablo requiere un esfuerzo conjunto, una estrategia integral que involucre a autoridades, científicos y comunidades locales. La educación ambiental, la investigación científica y la implementación de medidas de control son fundamentales para frenar el avance de esta plaga y proteger la riqueza de los ecosistemas acuáticos de México. La historia del pez diablo es una lección sobre los peligros de las especies invasoras, un llamado a la responsabilidad y a la acción para preservar el equilibrio natural de nuestro planeta.

Fuente: El Heraldo de México