
15 de julio de 2025 a las 22:00
Tragedia familiar: Abuelos quitan la vida a su nieto
La tragedia se cernía sobre la pequeña vida de Ethan Ives-Griffiths, un niño de tan solo dos años que, en la aparente seguridad del hogar de sus abuelos, encontró un final abrupto y desgarrador. La historia, que ha conmocionado a la comunidad de Flintshire en Gales, revela un espeluznante panorama de negligencia y maltrato que culminó en la muerte del pequeño el 16 de agosto de 2021. Un día que parecía común, con su madre ocupada en una llamada telefónica en el piso superior, Ethan quedó bajo el cuidado de sus abuelos maternos, Michael y Kerry Ives. Lo que sucedió en esos momentos fatídicos ha sido objeto de una exhaustiva investigación policial, que ha sacado a la luz una verdad desoladora.
El pequeño Ethan, según el informe policial, presentaba un cuadro de desnutrición severo. "Dolorosamente delgado" son las palabras que utilizaron las autoridades para describir el estado físico del niño, un testimonio desgarrador de la negligencia que sufrió. Su cuerpo, marcado por la deshidratación y un peso alarmantemente bajo, también exhibía las huellas de un maltrato sistemático: alrededor de 40 moretones y marcas visibles se contaban en su frágil piel.
Tras casi cuatro años de investigaciones y un juicio que se extendió por más de cinco semanas en el Tribunal de la Corona de Mold, la justicia ha hablado. Michael y Kerry Ives, los abuelos maternos, han sido declarados culpables de asesinato. La madre de Ethan, Shannon Ives, de 28 años, tampoco ha escapado a la responsabilidad, siendo declarada culpable de causar o permitir la muerte del niño. El juez, visiblemente afectado por la crueldad del caso, ha enfatizado la gravedad de los hechos.
Las piezas clave de este rompecabezas de horror fueron las grabaciones de las cámaras de videovigilancia instaladas en la casa de los abuelos. Estas imágenes, que causaron indignación y consternación en la sala del tribunal, capturaron momentos escalofriantes de las agresiones que sufría Ethan a manos de su abuelo. Una escena particularmente perturbadora muestra a Michael Ives cargando al niño por la parte superior del brazo para luego golpearlo después de colocarlo en un asiento de automóvil. Estas grabaciones, mudos testigos de la violencia infligida al pequeño, se convirtieron en la prueba irrefutable de la culpabilidad de los acusados.
La historia de Ethan Ives-Griffiths es un recordatorio doloroso de la vulnerabilidad de los niños y la importancia de protegerlos. Es una llamada a la conciencia colectiva para estar atentos a las señales de maltrato y actuar con prontitud para prevenir tragedias como esta. La condena de los responsables, si bien no devuelve la vida al pequeño Ethan, ofrece un atisbo de justicia y envía un mensaje claro: la violencia contra los niños no quedará impune. El caso de Ethan debe servir como un llamado a la acción para fortalecer los sistemas de protección infantil y garantizar que ningún niño sufra en silencio el horror del maltrato. La memoria de Ethan debe ser un faro que ilumine el camino hacia un futuro donde todos los niños puedan crecer seguros y protegidos. La justicia ha hablado, pero el dolor persiste, y la sociedad tiene la responsabilidad de aprender de esta tragedia para que nunca más se repita.
Fuente: El Heraldo de México