La incapacidad de la oposición para comprender la fuerza que representa la diversidad dentro del movimiento obradorista es evidente en sus críticas machistas. Se enfocan en la supuesta necesidad de separación entre la Presidenta Sheinbaum y el expresidente López Obrador, como si su cercanía fuera una debilidad, ignorando los logros palpables de su gobierno. Argumentan que alejarse de la política de "abrazos, no balazos" le beneficiaría, desconociendo los resultados en materia de seguridad y la serena firmeza con la que ha manejado el complejo diálogo internacional, particularmente con la administración Trump y sus presiones en temas de narcotráfico.

Mientras la oposición, que representa apenas un tercio del electorado, se aferra a estas narrativas, la Presidenta Sheinbaum se consolida como un referente de equilibrio, más reconocido internacionalmente que en el propio país, donde las voces afectadas por el cambio de régimen se resisten a aceptar su liderazgo. Su figura, junto con la de López Obrador como fundador del movimiento y la de Clara Brugada como líder en las entidades gobernadas por Morena, demuestran la riqueza y pluralidad del obradorismo, evidenciada en la multitudinaria convocatoria en el Zócalo capitalino para celebrar los 700 años de la fundación de México-Tenochtitlán.

Ahora, enfrentamos un nuevo ciclo de presiones de Estados Unidos, donde comercio y seguridad se entrelazan inextricablemente. La absurda acusación de que la Presidenta es "brazo de relaciones públicas" de un cártel, aunque apenas merece respuesta, revela la bajeza de la oposición. Insisten en la separación de López Obrador y perpetúan el argumento misógino de que la mandataria está a la sombra del expresidente, utilizando el origen tabasqueño de este último para alimentar una narrativa de complicidad con el narcotráfico, la misma que el obradorismo denunció en gobiernos panistas y priistas.

El abogado del narcojunior, en un montaje mediático que beneficia a ambos, busca desestabilizar al gobierno. Sin embargo, la Presidenta Sheinbaum no ha caído en la provocación, manteniendo la "cabeza fría" y demostrando una pasión política nacionalista que le permite afrontar las presiones internas y externas. Ante estos ataques, la unidad ciudadana y la cohesión del movimiento que la respalda son fundamentales. Más allá de las críticas infundadas, la Presidenta se enfoca en los resultados y en la construcción de un México más justo y soberano. La oposición, en su afán de desprestigiarla, solo exhibe su propia incapacidad para comprender la transformación que vive el país. Su discurso, anclado en el machismo y la descalificación, pierde fuerza frente a la realidad de un gobierno que trabaja por el bienestar de todos los mexicanos.