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15 de julio de 2025 a las 12:50
Redescubre a Luis Spota
El olvido, ese silencioso devorador de nombres y legados, parece haber posado su mirada sobre la figura de Luis Spota, un autor que en su momento gozó de una popularidad inusitada. Cien mil ejemplares vendidos, una cifra que hoy resuena con la fuerza de un eco lejano, un espejismo en el árido desierto de la memoria colectiva. ¿Cómo es posible que un escritor tan prolífico, un cronista de su tiempo con acceso a los entresijos del poder, haya caído en el desuso? ¿Qué mecanismos, más allá del cambiante gusto literario y las modas efímeras, operan para relegar una obra al ostracismo?
La reedición en 2017 de su ambiciosa pentalogía "La costumbre del poder" por parte de Siglo XXI nos brinda una oportunidad única para revisitar su obra y comprender su vigencia. En este monumental fresco narrativo, Spota disecciona el ascenso y la caída de un candidato del partido hegemónico, ofreciéndonos un retrato mordaz del ejercicio del poder y sus consecuencias. No se trata de una mirada ingenua, sino de la visión experimentada de un hombre que conoció el país desde las trincheras del periodismo, un oficio que abrazó desde la temprana edad de 14 años en las páginas de "La Hoja de la Tarde" y "Hoy". Ese bagaje, esa inmersión en la realidad política y social de México, permea toda su obra, tanto literaria como cinematográfica.
Spota no se limitó a retratar la esfera política. Su pluma se adentró en las problemáticas sociales que marcaron el siglo XX mexicano, como la migración a Estados Unidos, un tema desgarradoramente actual que abordó en su novela "Murieron a mitad del río" (1948). Su versatilidad lo llevó a incursionar en la televisión, compartiendo pantalla con figuras como Gutierre Tibón en Imevisión, y a colaborar en la creación de telenovelas, como la adaptación de "Las grandes aguas" por Carlos Sotomayor, y películas, como "El castillo de la pureza" de Arturo Ripstein, inspirada en su novela "La carcajada del gato".
Sin embargo, su figura no estuvo exenta de controversia. La intelectualidad mexicana de la época miró con recelo su obra, considerándola mundana y superficial. Mientras los círculos literarios se enfrascaban en debates estéticos, Spota se dedicaba a narrar las transformaciones de un país en plena ebullición, un país que se modernizaba a pasos agigantados, donde la clase media urbana emergía como una fuerza transformadora. Esta nueva burguesía, compuesta por intelectuales, profesores, empresarios y burócratas, chocaba con el anquilosado sistema de partido único, generando un conflicto que Spota supo capturar con precisión en "La costumbre del poder".
En esta pentalogía, el autor nos presenta a un joven político lleno de ideales, ansioso por modernizar el país. Sin embargo, al alcanzar la presidencia, sus sueños se desvanecen ante la cruda realidad del poder. La corrupción, las intrigas y la lucha por el control lo transforman, convirtiéndolo en un engranaje más de la maquinaria política. "El rostro del sueño", una de las novelas más impactantes del ciclo, nos sumerge en el convulso contexto de la guerrilla urbana de los años 70 y la guerra sucia desatada por el Estado. A través de la historia de una familia de clase media del norte del país, Spota nos muestra las consecuencias devastadoras de la violencia y la represión.
La prosa de Spota, cercana al periodismo y la crónica, nos permite acceder a los pasillos del poder, a las reuniones de seguridad nacional donde se decide el destino del país, pero también a las células guerrilleras, a sus métodos de reclutamiento y entrenamiento. Es una mirada descarnada, sin concesiones, que nos revela la complejidad del conflicto y las motivaciones de ambos bandos.
Si bien la obra de Spota ha sido criticada por la falta de desarrollo de sus personajes, su valor reside en su capacidad para retratar una época crucial en la historia de México. Sus novelas nos permiten comprender la mentalidad de los presidentes todopoderosos, como Luis Echeverría o José López Portillo, figuras autoritarias que creían tener la solución para todos los males del país. Una visión que, como el tiempo demostró, llevó a México a una profunda crisis económica y social.
Hoy, a más de tres décadas de su fallecimiento, la obra de Spota se erige como un testimonio invaluable de un país en transformación. Un país que, al igual que en la época de Spota, se encuentra en un momento de cambio profundo, un país que necesita nuevas voces, nuevas plumas que se atrevan a narrar sus complejidades y contradicciones. Quizás, la relectura de Spota nos inspire a encontrar esas voces, a buscar esos cronistas que nos ayuden a comprender el presente y a construir un futuro más justo y equitativo.
Por Javier Moro Hernández
EEZ
Fuente: El Heraldo de México