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15 de julio de 2025 a las 15:00

Nuevo récord: Migración sin precedentes

La movilidad humana es una constante a lo largo de la historia. Desde tiempos inmemoriales, las personas se han desplazado buscando mejores horizontes, ya sea por motivos económicos, por reunificación familiar o para escapar de situaciones de conflicto. Hoy, este fenómeno alcanza cifras sin precedentes, transformando el panorama demográfico mundial y, en particular, el de América Latina.

El siglo XXI se caracteriza por una movilidad humana a una escala nunca antes vista. El número de personas que viven fuera de su país de origen se ha prácticamente duplicado desde 1990, representando un porcentaje cada vez mayor de la población mundial. Este movimiento masivo, aunque presenta desafíos, también trae consigo oportunidades tanto para los migrantes como para los países de acogida y origen. Las remesas, la inversión y el pago de impuestos son solo algunos ejemplos de cómo la migración, cuando se gestiona de manera ordenada, segura y regular, puede contribuir al desarrollo.

América Latina, en el epicentro de esta dinámica global, se enfrenta a flujos migratorios complejos y multifacéticos. Si bien la migración venezolana, el segundo desplazamiento humano más grande del mundo después del éxodo ucraniano, marca la pauta en la región, conviene recordar que el panorama es mucho más amplio. México, por ejemplo, encabeza la lista de países emisores de migrantes en Latinoamérica y el Caribe, con una diáspora que se remonta a décadas atrás y se concentra principalmente en Estados Unidos. Colombia, por su parte, ocupa el tercer lugar en esta lista, con una historia migratoria también arraigada.

La región está experimentando una transición. Mientras que antes la emigración se dirigía principalmente hacia Europa y Estados Unidos, ahora observamos un aumento significativo de los movimientos intrarregionales. Este cambio de paradigma pone de manifiesto la complejidad de la migración en América Latina, donde los factores económicos, políticos y ambientales se entrelazan para impulsar el desplazamiento de las personas.

El caso de Venezuela es paradigmático. Millones de venezolanos han abandonado su país en busca de refugio y oportunidades, principalmente en países vecinos de la región. Esta situación, sin precedentes en la historia reciente de Latinoamérica, ha puesto a prueba la capacidad de respuesta de los países receptores y ha generado nuevos retos en términos de integración y cooperación regional.

Más allá de las cifras totales, es crucial analizar la migración en relación con la población de cada país. Mientras que para México la diáspora representa un porcentaje relativamente pequeño de su población total, para países como Jamaica, la proporción es significativamente mayor. Esta perspectiva nos permite comprender el impacto real de la migración en las diferentes sociedades y la necesidad de adaptar las políticas públicas a las realidades específicas de cada contexto.

Si bien Estados Unidos sigue siendo el principal destino para los migrantes latinoamericanos, el aumento de la migración intrarregional es una tendencia innegable. Argentina, por ejemplo, se ha convertido en el principal receptor de migrantes dentro de la región, seguida de Colombia y México. Esta dinámica interna reconfigura los corredores migratorios tradicionales y plantea nuevos desafíos para la gestión de la migración en América Latina.

Los corredores migratorios, las rutas que siguen las personas en sus desplazamientos, también están evolucionando. El Tapón del Darién, la densa selva que separa Colombia de Panamá, ha sido históricamente una barrera natural para la migración. Sin embargo, el creciente flujo de migrantes, especialmente venezolanos, que buscan llegar a Estados Unidos, ha desafiado esta barrera, convirtiendo al Darién en un punto crítico en la ruta migratoria. Este nuevo corredor, que conecta Sudamérica con Estados Unidos a través de Centroamérica y México, pone de manifiesto la determinación de las personas por buscar un futuro mejor, a pesar de los riesgos y las dificultades.

Las causas de la migración son diversas y multifactoriales. Factores de expulsión, como la falta de oportunidades económicas, la inseguridad, la inestabilidad política y las catástrofes naturales, empujan a las personas a abandonar sus hogares. Por otro lado, factores de atracción, principalmente económicos, como la promesa de mejores empleos y salarios, las atraen hacia nuevos destinos. Comprender estas dinámicas es esencial para abordar la migración de manera integral y promover soluciones a largo plazo.

En definitiva, la migración en América Latina es un fenómeno complejo y en constante evolución. Los flujos migratorios intrarregionales, el éxodo venezolano, la transformación de los corredores migratorios y la interacción de múltiples factores de expulsión y atracción, conforman un panorama desafiante pero también lleno de oportunidades. La cooperación regional, la gestión ordenada y segura de la migración y la atención a las necesidades de los migrantes son cruciales para aprovechar el potencial de la movilidad humana y construir un futuro más próspero e inclusivo para todos.

Fuente: El Heraldo de México