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15 de julio de 2025 a las 07:05
Maribel Guardia: ¿Adiós a su nieto?
El eco de las palabras de Imelda Garza Tuñón aún resuena en el corazón de Maribel Guardia, generando una ola de emociones que van desde la tristeza hasta la indignación. La actriz, con la vulnerabilidad a flor de piel, ha decidido romper el silencio y responder a las acusaciones que, según ella, empañan la memoria de su hijo, Julián Figueroa. "Me da pena que hable mal de mi hijo", confiesa Maribel con un nudo en la garganta, defendiendo la imagen del padre amoroso que, a su juicio, Julián siempre fue. Sus palabras pintan el retrato de un hombre dedicado a su pequeño José Julián, un legado de amor que, según la actriz, permanece intacto en la memoria del niño, a pesar de las sombras que se intentan proyectar sobre su figura.
La figura de Marco Chacón, esposo de Maribel, también ha sido salpicada por la controversia. Ante las insinuaciones, Maribel se yergue como una leona, protegiendo a su compañero de vida y desmintiendo cualquier tipo de manipulación o maltrato. "Llevamos 28 años juntos, nunca me ha levantado la voz", afirma con la seguridad que otorga una larga y sólida relación. Desvela así la clave de su matrimonio: el respeto mutuo, un pilar fundamental que, según sus palabras, jamás se ha resquebrajado. "Cuando se pierde el respeto, se quiebra una relación", sentencia, dejando claro que en su hogar reina la armonía y la consideración.
En el centro de la tormenta se encuentra José Julián, el pequeño nieto de Maribel, un "pedacito" que, según sus palabras, Julián dejó en este mundo. La actriz aclara la situación legal del menor, desmintiendo haber buscado su custodia. Su intervención, explica, fue motivada por una genuina preocupación por el bienestar del niño, una preocupación que, a pesar del dolor actual, no se arrepiente de haber sentido. “Nunca me dieron la custodia, no la quiero para mí jamás, a no ser que el niño me necesitara”, afirma, remarcando el respeto por la figura materna de Imelda.
El fantasma de las pruebas toxicológicas, un tema que previamente generó fricción, vuelve a aparecer en el relato. Maribel menciona la negativa inicial de Imelda a someterse a dichas pruebas, un hecho que, según la actriz, añade otra capa de complejidad a la situación. A pesar de todo, guarda la esperanza de que el tiempo haya traído consigo la reflexión y la comprensión.
La posibilidad de un alejamiento definitivo de su nieto es la mayor angustia de Maribel. Con la voz entrecortada, expresa su temor a que el pequeño sea influenciado en su contra, a que le "laven el cerebro". Ante este escenario desolador, Maribel se muestra resignada: “Si veo que al niño ya le lavaron el cerebro contra mí, no voy a forzarlo”. Sin embargo, la esperanza persiste en su corazón. Confía en que, algún día, José Julián comprenderá la magnitud del amor que siempre le ha profesado, un amor incondicional que, según sus palabras, ni el tiempo ni la distancia podrán borrar. "Me cansé de darle amor, eso no se borra", concluye, con la certeza de que el amor verdadero siempre deja una huella imborrable.
Fuente: El Heraldo de México