
15 de julio de 2025 a las 03:45
Injusta cuota de tomate afecta a México.
La sombra de la incertidumbre vuelve a cernirse sobre el jugoso y rojo corazón del comercio agrícola entre México y Estados Unidos. La noticia del retiro del Acuerdo de Suspensión y la reimposición de cuotas compensatorias al tomate mexicano ha caído como un balde de agua fría en ambos lados de la frontera, generando una ola de reacciones y poniendo en jaque una relación comercial de larga data. Desde los campos de Sinaloa hasta los supermercados de California, la tensión se palpa en el aire.
El argumento esgrimido por el Secretario de Comercio estadounidense, Howard Lutnick, sobre “prácticas comerciales injustas” que “aplastan” a los agricultores norteamericanos, resuena con un eco de décadas pasadas, recordándonos las disputas comerciales que cíclicamente empañan la relación bilateral. Sin embargo, la Secretaría de Economía mexicana contraataca con firmeza, calificando la decisión de injusta y argumentando que el éxito del tomate mexicano en el mercado estadounidense se debe a su innegable calidad y no a prácticas desleales.
La imagen que acompaña a la noticia, mostrando cajas repletas de tomates rojos y vibrantes, listos para su exportación, contrasta dramáticamente con la amargura del comunicado. Esos tomates, símbolo de la labor de miles de productores mexicanos, se convierten en el centro de una batalla comercial que amenaza con impactar no solo a la industria agrícola, sino también al bolsillo del consumidor estadounidense.
La Secretaría de Economía mexicana subraya un dato contundente: dos de cada tres tomates que se consumen en Estados Unidos provienen de México. Esta cifra, más allá de una simple estadística, revela la profunda interdependencia entre ambos países en el sector agrícola. La imposición de cuotas compensatorias, según el gobierno mexicano, no solo es injusta, sino también ineficaz. Sustituir el volumen de tomate mexicano en el mercado estadounidense, argumentan, será una tarea titánica, con consecuencias directas en la disponibilidad y el precio del producto para el consumidor final.
La historia del tomate mexicano en Estados Unidos es una historia de altibajos, de acuerdos y desacuerdos, de negociaciones y tensiones. Desde 1996, la sombra del dumping ha perseguido a los productores mexicanos, quienes han visto cómo las acusaciones de prácticas desleales se levantaban y caían como una espada de Damocles sobre sus cabezas. La suspensión del acuerdo de 2019, negociado con tanto esfuerzo, abre una nueva herida en esta compleja relación comercial.
La postura de la Secretaría de Economía, acompañando a los productores tomateros en las negociaciones y presentando propuestas constructivas, contrasta con la decisión final del gobierno estadounidense. La mención de "razones políticas" sin mayor detalle deja entrever la complejidad de los factores que subyacen a esta decisión, factores que van más allá de la simple lógica económica y se adentran en el terreno de las presiones políticas y los intereses particulares.
El futuro del tomate mexicano en el mercado estadounidense se presenta incierto. La incertidumbre se cierne sobre los productores, quienes ven amenazada su principal fuente de ingresos. La batalla legal apenas comienza, y mientras tanto, el consumidor estadounidense podría verse obligado a pagar un precio más alto por un producto esencial en su dieta. El tomate, ese fruto rojo y jugoso, se convierte en un símbolo de la compleja y a veces contradictoria relación comercial entre México y Estados Unidos.
Fuente: El Heraldo de México