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15 de julio de 2025 a las 13:00
El lado oscuro del color
El azul, un océano de serenidad en un mundo de caos. ¿Acaso no les ha pasado que en medio de la vorágine diaria, un destello de azul celeste les trae una inexplicable sensación de calma? No es casualidad. Desde tiempos inmemoriales, este color ha estado ligado a la tranquilidad, a la paz interior, a la confianza. Imaginen el vasto cielo en un día despejado, o las profundidades serenas del mar… El azul nos conecta con lo infinito, con lo etéreo, con esa parte de nosotros que busca la armonía en medio del ruido constante.
Y es que, como bien apunta la psicología del color, nuestras elecciones cromáticas no son arbitrarias. Reflejan nuestros estados de ánimo, nuestras aspiraciones, nuestra forma de ver el mundo. Vestir de azul no es simplemente una cuestión estética, es una declaración de intenciones. Es decirle al mundo: "Busco la paz, la estabilidad, la conexión genuina". Es proyectar una imagen de serenidad, de confianza, de alguien en quien se puede confiar.
Piensen en las personas que conocen que suelen vestir de azul. ¿No les transmiten una sensación de calma, de seguridad? Suelen ser personas que valoran las relaciones sinceras, que buscan la armonía en su entorno, que invierten tiempo y energía en construir vínculos sólidos y duraderos. No se trata de una regla infalible, claro está, pero la psicología del color nos da pistas, nos ayuda a comprender el lenguaje no verbal que expresamos a través de nuestras elecciones.
Ahora bien, ¿qué hay del otro lado del espectro? Si el azul representa la calma, ¿qué colores eligen quienes buscan la intensidad, la pasión, la aventura? El rojo, por ejemplo, es el color del fuego, de la energía, de la vitalidad. Vestir de rojo es una forma de expresar poder, de atraer miradas, de destacar entre la multitud. Es un color que invita a la acción, a la conquista, a la expresión desinhibida de las emociones.
Y el verde, el color de la naturaleza, de la esperanza, del crecimiento. Quienes eligen el verde suelen ser personas equilibradas, amantes de la armonía, conectadas con la tierra y sus ciclos. Transmiten una sensación de frescura, de vitalidad, de optimismo.
El amarillo, el color del sol, de la alegría, de la creatividad. Es un color que ilumina, que energiza, que despierta la imaginación. Quienes visten de amarillo suelen ser personas optimistas, extrovertidas, con una gran capacidad de comunicación.
Cada color tiene su propio significado, su propia vibración, su propia historia. Observar las elecciones cromáticas de las personas que nos rodean puede ser una herramienta fascinante para comprender mejor su personalidad, sus motivaciones, su forma de relacionarse con el mundo. Y, por supuesto, también para reflexionar sobre nuestras propias elecciones, sobre lo que queremos proyectar, sobre el mensaje que queremos transmitir a través de los colores que vestimos.
La próxima vez que elijan su atuendo, piensen en el mensaje que quieren enviar. ¿Buscan la serenidad del azul, la pasión del rojo, la vitalidad del verde, la alegría del amarillo? La psicología del color nos invita a explorar el fascinante mundo de las emociones a través del lenguaje silencioso de los colores. Y recordemos, al final del día, la elección es nuestra.
Fuente: El Heraldo de México