
15 de julio de 2025 a las 09:30
¿Ebrard Presidente?
La tensión comercial entre México y Estados Unidos se palpa en el aire, como una tormenta eléctrica a punto de descargar. Las recientes reuniones en Washington, encabezadas por el secretario Ebrard, parecen haber sido un mero espejismo en el desierto, una pantomima diplomática mientras la espada de Damocles, en forma de aranceles del 30%, pendía sobre nuestras cabezas. La carta de Trump, fechada el mismo día de las reuniones, nos deja con la incógnita: ¿sabían nuestros representantes la inminencia de la amenaza? ¿O fueron ingenuamente engañados, "chamaqueados" en el lenguaje coloquial, mientras sonreían para las fotos protocolares?
Más allá del juego de apariencias, la realidad es contundente: la estrategia de Ebrard se percibe reactiva, como un boxeador que solo atina a cubrirse de los golpes sin lanzar ninguno. La falta de una estrategia proactiva, en conjunto con Canadá, nuestro socio en el TMEC, es preocupante. ¿Dónde está el plan B? ¿Qué alternativas se están explorando para mitigar el impacto económico de los aranceles? El silencio del gobierno al respecto es ensordecedor. Mientras tanto, la incertidumbre se cierne sobre la inversión, como un ave de mal agüero.
El video de Ebrard frente al Smithsonian, más propio de un turista que de un negociador internacional, alimenta la percepción de una falta de seriedad ante la gravedad de la situación. ¿Negociaciones o vacaciones? La óptica, lamentablemente, no es favorable. La política comercial con Estados Unidos parece escapársele de las manos, como arena entre los dedos.
La imposición de aranceles, justificada por la supuesta ineficacia de México en el combate al narcotráfico y al fentanilo, nos coloca en una falsa dicotomía. Se nos presenta la disyuntiva de sacrificar nuestra economía o ceder ante las presiones de Estados Unidos. Es alarmante que el gobierno mexicano no haya logrado separar estos dos ámbitos, el comercial y el de seguridad, y encontrar un punto de equilibrio que proteja nuestros intereses. La ironía, como se apunta, es que combatir el narcotráfico también nos beneficia.
Seis meses llevamos en este laberinto sin salida, con un margen de maniobra cada vez más estrecho. ¿Qué avances sustantivos se han logrado con otros socios comerciales, como Canadá, Europa o Asia, que nos permitan diversificar nuestras relaciones y reducir nuestra dependencia de Estados Unidos? La falta de información clara al respecto solo aumenta la inquietud.
La incertidumbre sobre el impacto de los aranceles en los productos del TMEC, que representan miles de millones de dólares en exportaciones, es un ejemplo de la falta de claridad que impera. Mientras tanto, el prometido "Plan México", con su meta de 1.5 millones de empleos, parece haberse quedado en letra muerta, con cifras reales que apenas rozan lo simbólico. La inundación de productos chinos, a pesar de ser nuestro segundo socio comercial, sigue golpeando a la industria nacional.
Ante este panorama desolador, la pregunta sigue en el aire: ¿Todo bien, secretario Ebrard? Necesitamos respuestas, no evasivas ni discursos triunfalistas. Necesitamos realismo y un plan concreto para navegar esta tormenta. El recuerdo del caso Cienfuegos, donde Ebrard reconoció la gravedad de la situación, contrasta con su aparente parálisis actual. ¿Qué lo ha obnubilado? ¿Qué lo mantiene en silencio? El país necesita un liderazgo firme y una estrategia clara para afrontar este desafío. El tiempo se agota.
Fuente: El Heraldo de México