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15 de julio de 2025 a las 12:50

Descubre 4 siglos de historia

Sumérjanse en el laberinto de tesoros escondidos que es La Lagunilla, un lugar donde el tiempo parece detenerse entre los pliegues de una tela antigua y el brillo de una joya olvidada. Mucho más que un simple mercado, La Lagunilla es un universo palpitante de historia, cultura y tradición, un espacio donde el pasado susurra secretos al oído del presente. Imaginen caminar por sus calles, impregnadas del aroma a café recién hecho y a especias exóticas, mientras las voces de los vendedores se entrelazan en una melodía singular. Cada domingo, este emblemático barrio del norte del Centro Histórico de la Ciudad de México se transforma en un escenario vibrante, donde la vida cobra un ritmo especial.

Desde la época prehispánica, cuando era una tranquila laguna que alimentaba al imponente Tlatelolco, La Lagunilla ha sido testigo del devenir de la historia. Visualicen las canoas surcando las aguas, cargadas de mercancías que nutrían el comercio de la gran ciudad. Con el paso del tiempo, la laguna se transformó, dando paso a un asentamiento urbano que se convertiría en el corazón comercial que conocemos hoy. La Real Fábrica de Tabacos, en el siglo XVIII, le imprimió un carácter único, atrayendo a trabajadores y fomentando la vida social en torno a las cantinas y el pulque.

A pesar de los embates del tiempo, como el cierre de la fábrica y la epidemia de cólera del siglo XIX, La Lagunilla resurgió con la fuerza de un fénix. El Porfiriato trajo consigo mejoras urbanas y una mayor conexión con el resto de la ciudad, consolidando su importancia. La inauguración del primer mercado formal en 1905, con su estructura metálica y techos de cristal, marcó un hito en su historia, un paso hacia la modernidad sin perder su esencia.

La demolición del viejo mercado en 1975, para dar paso al Centro Social y Deportivo Guelatao, no logró borrar la huella indeleble del comercio en La Lagunilla. El tianguis dominical, con más de 400 años de historia, se erige como un símbolo de resistencia, un espacio donde la tradición se niega a desaparecer. Recorran sus pasillos, déjense seducir por la magia de las antigüedades, los muebles que cuentan historias de otras épocas, la ropa vintage que susurra secretos del pasado y los coleccionables que despiertan la nostalgia.

Pero La Lagunilla no es solo comercio. Es un crisol de sabores, donde los antojitos mexicanos deleitan el paladar con su autenticidad. Es un guardián de la arquitectura, con joyas como la Parroquia de Santa Catarina, la Casa Tagle y la enigmática Casa de los Huesitos. Es un vecino cercano de la legendaria Plaza Garibaldi, donde la música mariachi llena el aire de alegría y melancolía.

La Lagunilla es, en esencia, un espejo del alma popular de la Ciudad de México. Un lugar donde la historia se entrelaza con el presente, donde la tradición se abraza con la modernidad, donde la vida palpita con una intensidad única. Visiten La Lagunilla, sumérjanse en su atmósfera mágica y descubran la riqueza que se esconde en cada rincón, en cada objeto, en cada historia. Déjense envolver por la magia de este lugar, donde el tiempo se detiene y la tradición cobra vida. No se arrepentirán de adentrarse en este laberinto de emociones y descubrir los tesoros que La Lagunilla guarda celosamente.

Fuente: El Heraldo de México