La sombra del crimen organizado se cierne sobre los más vulnerables, incluso sobre aquellos que dedican su vida a proteger a los indefensos. El Albergue Pergatuzoo, un refugio para más de dos mil animales en Villa Nicolás Romero, Estado de México, se encuentra en una situación desesperada, atrapado entre la espada y la pared, entre la necesidad de alimentar a las criaturas bajo su cuidado y las amenazas de extorsión del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Un escenario que nos obliga a reflexionar sobre la penetración del crimen en la sociedad y la vulnerabilidad de quienes, como este albergue, luchan por una causa noble.

La cifra que exige el CJNG es exorbitante: 50 mil pesos mensuales. Una cantidad que, para un albergue que depende de donaciones y que ya de por sí se encuentra en dificultades económicas, resulta imposible de costear. El robo de croquetas y otros insumos, denunciado previamente por el albergue, agrava aún más la situación, dejando a los animales al borde del hambre y a sus cuidadores con las manos atadas. Imaginen la angustia de quienes trabajan en Pergatuzoo, viendo cómo se agota la comida, mientras la amenaza de represalias, incluso un incendio provocado, pende sobre sus cabezas.

La desesperación los ha llevado a las calles. Una marcha, convocada para hoy martes 15 de julio, frente a la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) y con destino a la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, es el grito desesperado de un albergue que se niega a ceder ante la intimidación. Buscan visibilizar su situación, claman por la protección de las autoridades y exigen justicia ante una situación que pone en riesgo no solo su sustento, sino la vida de miles de animales inocentes.

Es alarmante que las extorsiones, según testimonios del personal, hayan comenzado con una "cooperación" de 50 pesos por estacionamiento, una práctica aparentemente inocua que escaló rápidamente hasta la actual exigencia de 50 mil pesos. Esta progresión gradual de las exigencias, un modus operandi común en las redes de extorsión, revela la estrategia del CJNG para afianzar su control y someter a sus víctimas.

La denuncia del albergue no se limita a la extorsión. También señalan un robo de alimento perpetrado presuntamente por la SSC, un hecho que añade otra capa de complejidad a este drama. La supuesta participación de las autoridades en actos delictivos genera aún más desconfianza y desesperanza en un contexto ya de por sí precario. ¿A quién pueden acudir en busca de ayuda si quienes deberían protegerlos son señalados como agresores?

La historia del Albergue Pergatuzoo es un reflejo de la crisis que atraviesa el país, una crisis donde la impunidad y la violencia del crimen organizado se extienden a todos los rincones de la sociedad, afectando incluso a los más vulnerables. Es un llamado urgente a la acción, una invitación a la solidaridad para proteger a quienes dedican su vida a cuidar de los animales y a exigir a las autoridades que cumplan con su deber de garantizar la seguridad y la justicia para todos. No podemos permitir que el miedo y la intimidación silencien las voces de quienes luchan por una causa noble. El futuro de Pergatuzoo y de los animales que alberga está en juego.