La música mexicana está de luto. Un gigante de las seis cuerdas, un pilar de la tradición, nos ha dejado. Miguel Peña, el maestro, el Macorino, el compañero de escenario de leyendas como Chavela Vargas y Natalia Lafourcade, ha emprendido su último viaje a la edad de 87 años. Su partida deja un vacío inmenso en el corazón de la música folclórica y popular, un silencio que solo puede llenarse con el eco de sus acordes y el recuerdo de su legado imborrable.

Desde la lejanía, Natalia Lafourcade, con la voz entrecortada por la emoción, le ha dedicado una sentida despedida a su maestro. Un video íntimo, grabado desde la soledad de una habitación de hotel, donde la melodía de "Alma Mía", canción que aprendió del propio Peña, se convierte en un puente que une la distancia física con la cercanía del alma. Un homenaje sencillo pero cargado de significado, un último adiós musical a quien le enseñó los secretos de la guitarra y la magia de la música mexicana. "Vuela lindo, maestro", susurra Lafourcade, con la certeza de que su música seguirá resonando en los corazones de quienes tuvieron el privilegio de escucharlo.

La trayectoria de Miguel Peña es un tapiz tejido con hilos de oro. Desde sus inicios en el folclore, su talento innato lo llevó a convertirse en uno de los guitarristas más solicitados de México. Los Macorinos, la agrupación que fundó, se convirtió en sinónimo de excelencia musical, un referente obligado para cualquier amante de la música tradicional. Su guitarra acompañó las voces de gigantes como José Alfredo Jiménez, Lola Beltrán, Pedro Vargas, José José y Marco Antonio Muñiz, dejando una huella indeleble en la época dorada del cine mexicano y la música popular. Su colaboración con RCA Víctor lo colocó en el centro de la escena musical, participando en innumerables producciones que hoy forman parte del patrimonio cultural de México.

La muerte de Miguel Peña no es el final de su música. Es el comienzo de su leyenda. Sus acordes seguirán resonando en las cuerdas de las nuevas generaciones de músicos, inspirando y guiando a quienes buscan la belleza y la autenticidad en la música mexicana. Su legado, como las raíces de un árbol centenario, se extiende profundo y firme, nutriendo el alma de la música mexicana. Hoy, más que nunca, "que por siempre vivan Los Macorinos", como un eco de la voz de Natalia Lafourcade, como un grito de esperanza que nos recuerda que la música, como el amor, trasciende el tiempo y la distancia. Miguel Peña, el maestro, el Macorino, el amigo, vivirá por siempre en cada nota, en cada acorde, en cada canción que nos regaló.