
14 de julio de 2025 a las 09:20
Sana tu linaje
La herencia transgeneracional, ese misterioso legado que viaja a través de nuestros genes, moldeando no solo nuestro físico, sino también nuestra mente y emociones. A menudo escuchamos frases como: "Tiene los ojos de su abuela" o "Es igual de terco que su padre". Pero, ¿cuánto de nosotros está realmente escrito en nuestro ADN y cuánto es el fruto de nuestras propias elecciones?
Si bien es cierto que heredamos predisposiciones, desde la propensión a ciertas enfermedades hasta rasgos de personalidad, estos no son un destino inamovible. Imaginemos un árbol genealógico, un complejo entramado de ramas que representan las generaciones pasadas. Cada rama lleva consigo una carga genética, una historia familiar que influye en quiénes somos. Sin embargo, somos nosotros quienes decidimos cómo florece ese árbol, qué frutos da.
Los estudios con gemelos, criados en entornos diferentes, han demostrado la poderosa influencia del ambiente en la expresión de los genes. Dos individuos con la misma carga genética pueden desarrollar vidas completamente distintas, demostrando que la herencia no es una sentencia, sino un punto de partida.
Pensemos en la predisposición a la diabetes. Heredarla no significa que inevitablemente desarrollaremos la enfermedad. Nuestro estilo de vida, la alimentación, el ejercicio, juegan un papel fundamental. Lo mismo ocurre con las enfermedades mentales. La predisposición a la depresión, por ejemplo, no implica que estemos condenados a sufrirla. La terapia, el apoyo social y las estrategias de afrontamiento pueden marcar la diferencia.
La clave reside en la multifactorialidad. Diversos factores, genéticos y ambientales, interactúan constantemente para configurar nuestra salud física y mental. Atribuir todos nuestros problemas a la herencia transgeneracional es una simplificación que nos exime de responsabilidad. En lugar de enfocarnos en lo que heredamos, debemos prestar atención a nuestras elecciones diarias, a los hábitos que cultivamos, a las relaciones que construimos.
¿Comemos de forma saludable? ¿Hacemos ejercicio regularmente? ¿Cultivamos relaciones positivas? ¿Dedicamos tiempo a actividades que nos llenan? Estas son las preguntas que debemos hacernos. La herencia transgeneracional es un mapa, no un GPS. Nos muestra el terreno, las posibles rutas, pero somos nosotros quienes elegimos el camino.
Llevar un diario de nuestras conductas, identificar aquellas que nos limitan y buscar alternativas saludables, es un primer paso para tomar las riendas de nuestra vida. Visualizar nuestras metas, sentir la satisfacción de alcanzarlas, nos impulsa a actuar. No somos meros productos de nuestros genes, somos arquitectos de nuestro propio destino. La herencia es la base, pero la construcción es nuestra. Aprovechemos el legado de nuestros ancestros, pero escribamos nuestra propia historia.
Fuente: El Heraldo de México