Diez años de amor, risas y complicidad. Eso es lo que Bárbara de Regil y Fernando Schoenwald celebraron recientemente en una ceremonia al más puro estilo Las Vegas, con Elvis incluido. Una década juntos que ha despertado la curiosidad de muchos, preguntándose cuál es el secreto de esta pareja para mantener la llama encendida en un mundo tan acelerado como el del espectáculo. Y la respuesta de Bárbara, con su característico humor, ha dado mucho de qué hablar: “no tener hijos”.

Si bien la actriz lo dijo entre risas, sus palabras abren un interesante debate sobre las diferentes formas de construir una relación sólida. Más allá de la broma, Bárbara profundizó en la importancia de la comunicación, la confianza y la capacidad de dejar el ego a un lado. "Aprender a decir ‘aquí estoy, perdóname, te amo, da igual’", confesó como uno de los pilares de su relación con Fernando. Un acto de humildad y valentía que sin duda fortalece los lazos de cualquier pareja.

Y es que, en un mundo donde las apariencias a menudo reinan, Bárbara y Fernando han demostrado que la verdadera conexión va más allá de las fotos perfectas en redes sociales. Han construido una amistad, una complicidad que les permite navegar las altas y bajas con la madurez que da el tiempo y la experiencia. "Somos amigos, amantes, novios, cómplices", afirmó la actriz, resaltando la importancia de disfrutar cada faceta de su relación.

La historia de Bárbara como madre es bien conocida. A los 16 años, experimentó la maternidad, un camino que sin duda la marcó y la llevó a tomar decisiones importantes sobre su futuro familiar. Si bien en algún momento consideró tener más hijos con Fernando, con el tiempo su perspectiva cambió. La adolescencia de su hija Mar, con sus retos y complejidades, le hizo reflexionar sobre la dedicación y el compromiso que implica criar a un hijo en el mundo actual. "Es dinero, es tiempo, es estar ahí; el mundo de ahí afuera es fuerte, son las drogas, los amigos, las redes sociales, la ansiedad…”, compartió en una entrevista, abriendo su corazón sobre sus inquietudes y la decisión de conformar una familia tal como es ahora, donde Fernando ha adoptado a Mar como propia.

La valentía de Bárbara al hablar abiertamente sobre sus decisiones personales, sin temor a las críticas, la convierte en un referente para muchas mujeres que se enfrentan a dilemas similares. Su historia nos recuerda que no existe un único modelo de familia, y que la felicidad se encuentra en la construcción de un camino propio, basado en el amor, el respeto y la comunicación sincera. Y si bien "no tener hijos" puede ser la clave para Bárbara y Fernando, lo verdaderamente importante es la conexión profunda y la decisión consciente de cultivar día a día la relación. Un recordatorio de que el amor, en todas sus formas, es un viaje constante de aprendizaje y crecimiento.