
14 de julio de 2025 a las 08:00
El corazón de la Tierra: ¿Sólido o líquido? La ciencia responde
Adentrémonos en un viaje fascinante al corazón de nuestro planeta, un lugar donde la realidad supera la ficción. Olvidémonos por un momento de la imagen simplificada de las capas terrestres que aprendimos en la escuela. La realidad es mucho más compleja y apasionante. El núcleo de la Tierra, ese gigante oculto a miles de kilómetros bajo nuestros pies, no es un simple líquido incandescente, sino una esfera sólida de hierro y níquel sometida a presiones y temperaturas inimaginables. ¿Cómo es posible que, rodeado por el magma ardiente, este núcleo permanezca en estado sólido?
La clave para desentrañar este misterio reside en la danza frenética de los átomos. La temperatura, esa medida de la energía cinética de las partículas, dicta el estado de la materia. A mayor temperatura, mayor agitación atómica. Un cubo de hielo, con sus moléculas de agua ordenadas y quietas, se transforma en líquido cuando el calor incrementa la vibración de sus partículas, liberándolas de su estructura rígida. Si seguimos calentando, el agua líquida se convierte en vapor, un gas cuyas moléculas se mueven libremente a gran velocidad. Este principio fundamental, aparentemente sencillo, se complica en las profundidades de la Tierra.
Imaginemos por un instante que pudiéramos partir la Tierra en dos mitades, como una manzana. Observaríamos el magma, una mezcla viscosa de rocas fundidas, en constante movimiento. Sin embargo, este movimiento no es uniforme. Las moléculas cercanas a la corteza terrestre, liberadas de la inmensa presión de las capas superiores, se mueven con mayor libertad. A medida que nos adentramos hacia el núcleo, la presión aumenta exponencialmente, aprisionando a los átomos y frenando su movimiento. Es como si una fuerza invisible los mantuviera en su lugar, a pesar del calor extremo.
El divulgador científico Jordi Pereyra, con su estilo claro y accesible, nos ayuda a comprender este fenómeno. En su canal de YouTube, Ciencia de Sofá, y en sus libros como "Las 4 fuerzas que rigen el universo" y "Respuestas sorprendentes a preguntas cotidianas", Pereyra desmitifica la ciencia, haciéndola comprensible para todos. Él nos explica que la presión, ese peso invisible que soportan las moléculas en las profundidades terrestres, juega un papel crucial en el estado de la materia. No basta con la temperatura para fundir una roca; la presión puede mantenerla sólida incluso a temperaturas que, en la superficie, la convertirían en líquido.
En el núcleo terrestre, la presión alcanza niveles descomunales. A miles de kilómetros de profundidad, la temperatura se eleva a 6.000 grados Celsius, una temperatura similar a la superficie del Sol. Sin embargo, la inmensa presión que reina en este reino subterráneo impide que el hierro y el níquel, los principales componentes del núcleo, se fundan por completo. A partir de los 5.000 kilómetros de profundidad, la presión se convierte en el factor dominante, forjando un núcleo sólido a pesar del infierno de calor que lo rodea.
Este conocimiento, fruto de décadas de investigación científica, nos permite apreciar la complejidad y la belleza de nuestro planeta. La Tierra no es una simple esfera de roca; es un sistema dinámico, un complejo entramado de fuerzas y procesos que interactúan constantemente. El núcleo sólido, ese corazón de hierro latiendo en las profundidades, es un testimonio de la asombrosa capacidad de la naturaleza para crear estructuras extraordinarias bajo condiciones extremas. Y es, sin duda, un recordatorio de cuánto nos queda por descubrir sobre el fascinante mundo que habitamos.
Fuente: El Heraldo de México