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14 de julio de 2025 a las 09:15
Domina la info: Verdades ocultas
La sombra de la desinformación se cierne sobre América Latina, un fantasma que se alimenta de la inacción y la falta de conciencia. Mientras en Europa se levantan escudos y se afinan las herramientas para combatir esta plaga digital, nuestra región permanece en una preocupante vulnerabilidad. No se trata de una alarma infundada, sino de una realidad palpable que se manifiesta en la manipulación de la opinión pública, la erosión de la confianza en las instituciones y la polarización social. Si bien existen valientes iniciativas como LatamChequea y Verifactz del Tec de Monterrey, que luchan denodadamente contra la marea de falsedades, la fragmentación de estos esfuerzos y la ausencia de un sistema regional unificado de monitoreo nos dejan expuestos a la manipulación.
Imaginen un río contaminado. Podemos limpiar algunas secciones, incluso purificar algunas de sus aguas, pero si no atacamos la fuente de la contaminación, el problema persistirá. Así es la desinformación en América Latina. Necesitamos ir más allá de la verificación puntual de datos. Requerimos un enfoque holístico, una estrategia regional que involucre a gobiernos, instituciones académicas, medios de comunicación y a la sociedad civil.
La experiencia europea nos ofrece un valioso aprendizaje. La Matriz de Exposición, desarrollada por el Servicio Europeo de Acción Exterior, nos permite diseccionar los mecanismos de la desinformación, identificando las fuentes y sus métodos. Este instrumento, junto con el análisis del “lavado de información falsa”, nos brinda las herramientas para desenmascarar a los actores que, al igual que los lavadores de dinero, buscan legitimar la mentira a través de canales aparentemente confiables.
¿Por qué en América Latina no hemos adoptado un enfoque similar? ¿Por qué nos resignamos a convivir con esta amenaza latente? La respuesta es compleja y multifacética. La falta de recursos, la debilidad institucional y la propia idiosincrasia de la región, donde la desconfianza en las autoridades y la proliferación de noticias falsas se entrelazan en un círculo vicioso, contribuyen a la inacción.
Es hora de despertar. No podemos permitir que la desinformación siga minando los cimientos de nuestras democracias. La lucha contra este flagelo digital requiere un compromiso regional, una inversión en investigación y desarrollo de herramientas de monitoreo, y sobre todo, una educación ciudadana que fomente el pensamiento crítico y la capacidad de discernir entre la verdad y la mentira. El futuro de nuestra región depende de ello.
Fuente: El Heraldo de México